aldo gutierez
JODELET.- Son los frutos de las vigilias en la Corte y de las fatigas en la guerra.
MASCARILLA.- ¿No sabéis, señoras,que estáis viendo en el vizconde a uno de los hombres más esforzados del siglo? Es un valiente de pelo en pecho.
JODELET.- No me cedéis en nada, marqués; ya sabemos también lo que sabéishacer.
MASCARILLA.- Cierto es que ya nos hemos encontrado los dos en la refriega.
JODELET.- Y en sitios donde hacía mucho calor.
MASCARILLA.- (Mirando a CATHOS y a MADELÓN.) Sí;pero no tanto como aquí. ¡Ay, ay, ay!
JODELET.- Nuestra amistad se forjó en la guerra, y la primera vez que nos vimos mandaba él un regimiento de caballería en las galeras de Malta.MASCARILLA.- Es cierto; pero vos estabais, sin embargo, en ese punto antes de ocuparlo yo, y recuerdo que no era yo más que simple oficial aún, cuando ya mandabais vos dos mil caballos.
JODELET.-La guerra es una cosa muy bella; mas, a fe mía, la Corte recompensa hoy muy mal a alas gentes de servicio como nosotros.
MASCARILLA.- Lo cual hace que quiera yo ahorcar el uniforme.CATHOS.- Yo, por mi parte, siento una furiosa ternura por los hombres de espada.
MADELÓN.- También yo los amo; mas quiero que el ingenio de realce a la bravura.
MASCARILLA.- ¿Te acuerdas,vizconde, de aquella media luna que arrebatamos a los enemigos en el sitio de Arrás?
JODELET.- ¡No tengo más remedio que recordarlo, pardiez! Fui herido allí en la pierna por una granada, ytengo aún las señales. Tocad un poco, por favor; así comprenderéis qué herida fue aquella.
CATHOS.- (Después de haberle tocado el sitio.) En verdad que es grande la cicatriz.MASCARILLA.- Prestadme un instante vuestra mano y tocad esta: aquí precisamente detrás de la cabeza. ¿Lo notáis?
MADELÓN.- Sí; noto algo.
MASCARILLA.- Es un mosquetazo que recibí en la última...
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