Apologia de Socrates

Páginas: 59 (14636 palabras) Publicado: 24 de marzo de 2014
DIÁLOGOS SOCRÁTICOS

APOLOGÍA DE SOCRATES
PLATÓN
Versión de AGC

Cuál sea la impresión que en vosotros, ciudadanos atenienses, han dejado mis acusadores, no lo sé; mas de mí sé deciros que, en efecto, casi han llegado a hacer que me
olvidara de mí mismo: tan convincentemente hablaban. Y ello es, sin embargo, que, lo
que es de verdad, nada hay, sobre poco más o menos, en todo lo que handicho. Pero una cosa me ha asombrado sobre todas entre las muchas falsedades que han contado: aquella parte en que decían que teníais que estar precavidos a no dejaros engañar por mí, como persona que era de habilidad temible en el hablar; porque eso de
que no les diera vergüenza que al momento fuera yo a refutarlos con los hechos, en
cuanto se viera que no tengo habilidad en hablar de ningunaespecie, es cosa que
me pareció en ellos el colmo de la desvergüenza; como no sea que hábil en hablar
llamen ellos al que dice la verdad ; que, desde luego, si eso es lo que quieren decir,
bien habré yo de reconocer que soy, y no a la manera de ellos, un orador de veras.
Ellos pues, si vale lo que yo digo, o poco o nada de verdad queda de lo que han dicho; de mi boca, en cambio, vais a oírvosotros toda la verdad, aunque, a fe mía, ciudadanos atenienses, no, por cierto, discursos engalanados, como los de ellos, de maneras de decir y de palabras escogidas, ni tampoco bien aderezados, no, sino que oiréis cosas dichas a la buena de Dios con las palabras que se tercien (pues confío en
que justas son las cosas que digo), y que ninguno de vosotros se haga ilusiones de otra
cosa; que es que,además, tampoco, después de todo, sería cosa muy propia, ciudadanos, que a la edad que tengo me presentara ante vosotros poniéndome como
un jovenzuelo a confeccionar discursos. Y aun a bien que justamente, ciudadanos
atenienses, eso es lo que de todas veras os pido y os encargo: que si al oírme vais notando que me valgo para mi defensa de las mismas maneras y razones con las que
suelo hablar enla plaza al lado de las mesas de los banqueros, donde estáis hartos de
oírme muchos de vosotros, así como en otras partes, ni os asombréis por ello ni por tal
motivo me arméis barullo. Porque es que así es la cosa: hoy es la primera vez que me
veo aquí subido en el estrado del tribunal, con setenta años de edad que tengo; así
que me encuentro sencillamente como un extranjero para con la manerade hablar
que aquí se usa; conque, así como, si se diera de verdad que fuese un extranjero, me
habríais, a fin de cuentas, de disculpar que hablara con aquella pronunciación y
aquellos modos en los que estuviera criado, pues, en fin, también ahora es eso lo que
os pido —petición justa, a lo que me parece —, que de la manera de hablar no hagáis
caso (que quizá pueda ser peor o quizá mejor), yen cambio, que miréis bien eso y en
eso paréis mientes, sí es justo lo que digo o si no lo es; pues en eso está la virtud del
juez, así como en decir verdad la del orador.

Lo primero pues, justo es que me defienda en primer lugar, ciudadanos de Atenas,
frente a las primeras acusaciones falsas que sobre mí pesan y frente a mis primeros
acusadores, y sólo después frente a las que hansurgido después y a los posteriores.
Pues cargado estoy de muchos que son mis acusadores ante vosotros, y eso ya de
muchos años atrás, y hablando sin decir verdad ninguna; a los cuales temo yo más
que no a los del equipo de Anito, aun siendo como son también temibles éstos; pero
más de temer aquéllos, ciudadanos, que tomándoos a los más de vosotros ya desde
niños por su cuenta, os iban convenciendoy acusándome a mí más a su sabor, sin
verdad ninguna, con aquello de que «Hay un cierto Sócrates, un intelectual, meditador de los fenómenos celestiales, y que lo de debajo de la tierra lo tiene todo investigado, y que salva causas perdidas y hace ver lo blanco negro.» Esos son, ciudadanos
de Atenas, con esa fama que por ahí han esparcido, los acusadores míos que son de
temer de veras: pues...
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