cadaver de eva
apartamentos forrados de pieles y espejos, donde el ex presidente había satisfecho su gusto por
las adolescentes, entre las que se contaba su amante habitual,
Nelly Rivas
, de 16 años. Los
nuevos gobernantes militares expusieron también las fabulosas joyas de Eva.
Pero esto no le restó popularidad: Evita no había ocultado nunca a su pueblo el lujo de que
estaba rodeada. De hecho, durante los meses que siguieron al derrocamiento de Perón, el culto
a la memoria de Eva no dejó de crecer. El general Lonardi hizo acopio de toda su valentía y
decidió destruir el cadáver de Eva, que aún permanecía en la sala 63 del edificio de la
Confederación General del Trabajo, en Buenos Aires.
Pero antes de que pudiera poner en práctica su plan, Lonardi fue desplazado del poder por el
general Pedro Aramburu en noviembre de 1955. El nuevo jefe del Estado advirtió que dejar el
cuerpo de Eva en un sitio tan accesible de la capital constituía un peligro: el cadáver amenazaba
con convertirse en bandera de un futuro resurgimiento del peronismo. De manera que ordenó
que el cuerno fuera trasladado secretamente a otro sito.
El cadáver de Eva desapareció en noviembre y permaneció oculto durante dieciséis años. La
noche en que el cuerpo fue robado, el doctor Ara se encontraba en la sala 63, cumpliendo una
de sus periódicas inspecciones del cadáver embalsamado, oyó el sonido de las botas, que
resonaban mientras los soldados subían por la escalera principal del edificio. La puerta se abrió
violentamente y el coronel
Carlos MoriKoenig
, jefe del servicio de inteligencia del ejército,
irrumpió en la sala 63 escoltado por un pelotón.
«He venido a llevarme el cadáver”, dijo. Sin
hacer caso de las protesta del doctor Ara, ordenó a sus hombres que sacaran el cuerno de Eva
de su féretro cubierto de banderas, que lo colocasen en un sencillo ataúd de madera y lo
trasladaran al camión que aguardaba en la calle.
Lo único que
MoriKoenig
dijo al doctor Ara es que se llevaba el cuerpo para darle «
un entierro
decente». El camión arrancó y se perdió en la noche. La noticia acerca del robo del cadáver se
difundió con rapidez y los peronistas proscritos organizaron manifestaciones, levantando retratos
de Eva y coreando consignas que reclamaban la devolución del cuerpo, las manifestaciones se
registraron en todo el país. El gobierno hizo circular rumores según los cuales era el propio
Perón quien había organizado el robo del cuerpo. Pero cuanto más se esforzaban los líderes
militares en reprimir a los peronistas, mayores eran las protestas por el robo del cuerpo de santa
Evita. Para los descamisados, el robo era el crimen del siglo: un crimen que no podrían perdonar
jamás.
Fue el agravio por el que protestaron durante 16 años, un período en el que el paradero del
cuerpo de Eva permaneció en el misterio para el pueblo y para Perón. La mayor parte de la
historia del robo sigue siendo todavía un enigma. Lo que se sabe es que, después de que el
camión militar saliera del edificio de la Confederación General del Trabajo una noche de
diciembre de 1955, el general Aramburu abandonó su intención de destruir el cuerpo, temeroso
de la reacción popular.
El coronel
MoriKoenig
ordenó conducir el camión a un rincón tranquilo de un cuartel, donde
permaneció el resto de la noche, mientras el jefe militar esperaba instrucciones. El coronel
hubiera disfrutado destruyendo el cuerpo, si sus superiores se lo hubiesen ordenado; tenía
sólidas razones para odiar a Juan y a Eva Perón: cierta ...
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