Camuflaje

CAMUFLAJE

Cuando Connie se disponía a huir, la inoportuna fricción entre sus zapatos de charol y el polvillo del pasillo avisó a Amparo de la presencia de la pequeña intrusa. Antes que susdelgadas y cortas piernas pudieran huir a la salida, el brazo de la niña se encontraba fuertemente cautivo por el puño de aquella extraña mujer.
−¿Qué haceís aquí, chiquilla?
−Nada. ¿Qué hacías tú, másbien?
Amparo, sorprendida por la soltura con que la criatura le respondía, demoró unos instantes mientras meditaba una excusa y, a la vez, se reponía del repentino encuentro. No había pasado ni mediominuto cuando, nuevamente, Connie lanzó otra aseveración desafiante.
−Ahora lo sé todo. Ahora comprendo tus ojos de pozo y tu voz de amapola. Los engañaste a todos, a todos menos a mí. Nunca megustaste mucho, sí, pero ¿esto? ¿Sabes lo que puede ocurrir si se enteraran de tu verdadera identidad?
Más confusa que antes, la monja estalló de rabia y le increpó a la pequeña con cola de caballo quese callara.
−¡A callar, niña del mal!
−Cállate tú, si no quieres que nos escuchen, tonta. Ahora, entremos al cuarto o nos encontrará Gertrudis.
−Escúchame bien…
Para Amparo los instantes dereflexión se volvían cada vez más largos y se sentía atada al espectro. Ella era ahora la prisionera de la mordaz lengua de Connie. –Está bien, ¡está bien! Entremos…
Ya dentro de la habitación, Conniebuscó la vieja silla francesa, acomodó los bordes escoceses de su falda y se sentó con todo el protocolo de una princesa. Mientras tanto, Amparo no dejaba de caminar de un lado a otro y se mordía lasuñas, como si al cortarlas cercenara la escena en la que fue descubierta.
−Y bien… ¿qué tienes para mí, Amparito?
−¿Qué quieres saber?, dijo con la garganta entrecortada.
−Sé bastante, pero notanto como debería. Es por tu bien, querida; créeme. Suéltalo todo.
Pálida, y a sabiendas de que no tenía otra opción, Amparo decidió ser sincera con la pequeña petulante. No había lugar para más...