Capitulo trece de lagrimas de angeles
En la mitad de la nueva novela infantil de Edna Iturrald, una niña indigente de más o menos 12 años, llamada La Flaca, le cuenta a su compañero de ventas callejeras uno de losepisodios de su vida: "Cuando estaba en el albergue, es decir, en la 'cárcel' de los curitas, nos hacían cantar todo el tiempo. Eso sí me gustaba y también que a veces venía una señora a contarnoscuentos".
Esa suerte de presencia accidental de la señora que 'cuenta cuentos' parece ser uno de los escasos recuerdos que dulcifican la memoria de una niña cuya vida ha sido toda tragedia. Y parecetambién la secreta intención que ha empujado la pluma de Iturralde a través de las 126 páginas de la breve narración.
Parece como si la autora buscara convertirse en una presencia maternal para losniños de la calle que, según cuenta, le sirvieron de molde para imaginar sus personajes. Esa inquietud emotiva dicta los renglones por donde transcurre la ficción. Y tan profundo el influjo de su tiernaidealización que incluso invade el terreno de la verosimilitud de los mismos personajes. Pues es difícil pensar que un lector, y más aún un lector joven (de los más difíciles de conquistar), puedacreerse que un niña de la calle pueda decir ni en su mejor momento de inspiración: "¡No lo mires de frente! (...) Mejor me pongo a trabajar. Si no cumplo con la venta, me va a castigar. Mira, siéntateallí debajo (...) y espera a que el 'Calzón Tierno' se marche a controlar cómo van las ventas en la otra calle. Luego hablamos". O que un niño campesino llegado a la ciudad, apenas bautizado por su'buen aspecto' como el 'Futre' diga en tono de confusión: "¿Cómo me has llamado?" A menos que se trate de un niño español. Y hay otros ejemplos.
Según Iturralde, la novela nació de la necesidad depresentar a los niños de la calle frente a los ojos de una sociedad indiferente y ciega. Solo que la literatura, a pesar de sus buenas intenciones, puede ser igual de indiferente que la sociedad. Una...
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