celestina
SEMPRONIO.- O yo no veo bien, o aquélla es Celestina. ¡Válgala el diablo, haldear que trae! Parlando viene entre dientes.
CELESTINA.- ¿De qué te fatigas, Sempronio? Creo que en verme.
SEMPRONIO.- Yo te lo diré: la raleza de las cosas es madre de la admiración; la admiración concebida en los ojos desciende al ánimo por ellos; el ánimo es forzado descubrirlo por estas exterioresseñales. ¿Quién jamás te vio por la calle abajada la cabeza, puestos los ojos en el suelo, y no mirar a ninguno como ahora? ¿Quién te vio hablar entre dientes por las calles y venir aguijando como quien va a ganar beneficio? Cata que todo esto novedad es para se maravillar quien te conoce. Pero esto dejado, dime, por Dios, con qué vienes. Dime si tenemos hijo o hija, que desde que dio la una teespero aquí y no he sentido mejor señal que tu tardanza.
CELESTINA.- Hijo, esa regla de bobos no es siempre cierta, que otra hora me pudiera más tardar y dejar allá las narices; y otras dos, y narices y lengua; y así que, mientras más tardase, más caro me costase.
SEMPRONIO.- Por amor mío, madre, no pases de aquí sin me lo contar.
CELESTINA.- Sempronio, amigo, ni yo me podría parar ni el lugar esaparejado. Vente conmigo delante Calisto; oirás maravillas, que será desflorar mi embajada comunicándola con muchos. De mi boca quiero que sepa lo que se ha hecho, que, aunque hayas de haber alguna partecilla del provecho, quiero yo todas las gracias del trabajo.
SEMPRONIO.- ¿Partecilla, Celestina? Mal me parece eso que dices.
CELESTINA.- Calla, loquillo, que parte o partecilla, cuanto túquisieres, te daré. Todo lo mío es tuyo. Gocémonos y aprovechémonos, que sobre el partir nunca reñiremos. Y también sabes tú cuánta más necesidad tienen los viejos que los mozos, mayormente tú que vas a mesa puesta.
SEMPRONIO.- Otras cosas he menester más que de comer.
CELESTINA.- ¿Qué, hijo? ¿Una docena de agujetas, y un torce para el bonete, y un arco para andarte de casa en casa tirando a pájarosy aojando pájaras a las ventanas? Muchachas digo, bobo, de las que no saben volar, que bien me entiendes. Que no hay mejor alcahuete para ellas que un arco, que se puede entrar cada uno hecho mostrenco, como dicen: «En achaque de trama, etc.». ¡Mas ay, Sempronio, de quien tiene de mantener honra y se va haciendo vieja como yo!
SEMPRONIO.- ¡Oh lisonjera vieja! ¡Oh vieja llena de mal! ¡Oh...
Regístrate para leer el documento completo.