confirmacion
CONFIRMADOS
EN
TESTIMONIO
ODJETIVO:
Buscar una vida misionera centrada en el Evangelio y guiados por El Espiritu
Santo basjo el sello espiritual, recivido en el sacramento de la Confimacion, y asi
llevar al confirmado a una nueva vida espiritual y humana, decubriendo sus dones
y sus carismas.
CAPÍTULO PRIMERO LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
ARTÍCULO 2
EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
1285
Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los
"sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar
a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf OCf, Praenotanda 1). En efecto, a los bautizados "el sacramento de la confirmación los une más
íntimamente a la Iglesia y los los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma
se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus
palabras y sus obras" (LG 11; cf OCf, Praenotanda 2):
I La Confirmación en la economía de la salvación
1286
En el Antiguo Testamento
, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el
Mesías esperado (cf. Is 11,2) para realizar su misión salvífica (cf Lc 4,1622; Is 61,1). El descenso del
Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo por Juan fue el signo de que él era el que debía venir, el
Mesías, el Hijo de Dios (Mt 3,1317; Jn 1,33 34). Habiendo sido concedido por obra del Espíritu Santo, toda su vida y toda su misión se realizan en una comunión total con el Espíritu Santo que el
Padre le da "sin medida" (Jn 3,34).
1287
Ahora bien, esta plenitud del Espíritu no debía permanecer únicamente en el Mesías, sino que
debía ser comunicada a
todo el pueblo mesiánico
(cf Ez 36,2527; Jl 3,12). En repetidas ocasiones Cristo prometió esta efusión del Espíritu (cf Lc 12,12; Jn 3,58; 7,3739; 16,715; Hch 1,8), promesa
que realizó primero el día de Pascua (Jn 20,22) y luego, de manera más manifiesta el día de Pentecostés
(cf Hch 2,14). Llenos del Espíritu Santo, los Apóstoles comienzan a proclamar "las maravillas de
Dios" (Hch 2,11) y Pedro declara que esta efusión del Espíritu es el signo de los tiempos mesiánicos (cf Hch 2, 1718). Los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar, recibieron a su vez
el don del Espíritu Santo (cf Hch 2,38).
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"Desde aquel tiempo, los Apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a los
neófitos, mediante la imposición de las manos, el don del Espíritu Santo, destinado a completar la gracia del Bautismo (cf Hch 8,1517; 19,56). Esto explica por qué en la Carta a los Hebreos se
recuerda, entre los primeros elementos de la formación cristiana, la doctrina del bautismo y de la la
imposición de las manos (cf Hb 6,2). Es esta imposición de las manos la ha sido con toda razón
considerada por la tradición católica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el
cual perpetúa, en cierto modo, en la Iglesia, la gracia de Pentecostés" (Pablo VI, const. apost. "Divinae consortium naturae").
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Muy pronto, para mejor significar el don del Espíritu Santo, se añadió a la imposición de las
manos una unción con óleo perfumado (crisma). Esta unción ilustra el nombre de "cristiano" que
significa "ungido" y que tiene su origen en el nombre de Cristo, al que "Dios ungió con el Espíritu Santo" (Hch 10,38). Y este rito de la unción existe hasta nuestros días tanto en Oriente como en
Occidente. Por eso en Oriente, se llama a este sacramento
crismación
, unción con el crisma, o
myron
,
que significa "crisma". En Occidente el nombre de
Confirmación
sugiere que este sacramento al mismo
tiempo confirma el Bautismo y robustece la gracia bautismal.
1300
Sigue el
rito esencial
del ...
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