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APRENDI CON EL DEPORTE



Nadie sabe cómo ni cuándo. Y menos aún por qué se instaló en el imaginario público la creencia de que los deportistas son o deben ser modelos sociales. Figuras a las que no basta despertar reconocimiento, admiración y riqueza. Sino patrones dignos de imitación, como si fueran el objetivo que alcanzar por cuantos más de nosotros mejor.
En un mundo donde losreferentes se desploman el credo de que el deporte es cosa buena y los deportistas también cobra todavía más fuerza. Pero como los devotos de esta creencia padres, gestores o medios de comunicación— están gordos, viejos o ambos, destinan las virtudes morales del deporte a los niños, depositarios ideales de las hazañas del héroe, del modelo a imitar. Mientras haya niños que alimentar el deporte comoideología será intocable. De ahí que los ídolos en los críos tengan siempre tanto de deporte y tan poco de lo demás.
De suponer toda esta creencia veraz nada habría más elevado, ninguna aspiración mayor de progreso humano que una sociedad de deportistas, zanjando así ese histórico debate filosófico sobre la Utopía. No sabríamos muy bien cómo sería. Tan sólo que debería estar compuesta en su totalidadpor deportistas, mejor aún de élite. Sólo así podríamos ver mañana resueltos los problemas que nos afligen hoy. Porque mejor estar en manos de músculos en forma que de cerebros armados.
Uno puede exagerar. Pero no mentir. Porque estas cantinelas de la divinidad de los deportistas asoman pesadamente cada vez que toca victoria, de suerte en estos tiempos, casi siempre española. Así volvía aarremeter con fuerza este mismo domingo a la victoria en la Davis. "Modelos", "ejemplos a seguir", "que tomen nota los políticos", "que se jodan los franceses", "somos los mejores", "con dos cojones" y toda esa desaforada patulea festiva que a ritmo de rumba, pensando siempre en la España plural, nos empuja a menear el culo pero no la cabeza.
Ahora que nuestros éxitos son más y mayores que nunca esto deadmitir a los deportistas como deidades, sin duda las de mayor estima pública, tiene algo de narcosis en tiempos de fractura y crisis. Pero funciona. Porque no dejan de recordarnos lo importante que es el deporte y sus triunfos, como si cuando el barco se hunda y todos con él podamos asirnos a ensaladeras y copas como el náufrago al madero que flota.
Esa divina condición del deportista como elmás alto ejemplo social goza hoy en España de una salud de hierro. Y uno se pregunta si eran también ejemplos aquellos otros tenistas precedentes que nunca besaron la ensaladera o cuantas generaciones de futbolistas vimos pegársela una y otra vez en cuartos. De otro modo, dónde está la frontera entre el deportista ejemplar y el que no lo es. Si el corte lo establece únicamente la victoria se estarátergiversando a Darwin. Así que la solución es todavía más simple: el deportista es ejemplar por el mero hecho de serlo. Y cuanto más arriba esté más ejemplar será.
A la mierda, pues, cirujanos y profesores, idealistas y catedráticos. El mensaje que más hondo cala en nuestros hijos dice que 1) nada mejor que el deportista de élite y 2) nada mejor que coleccionar triunfos. A los niños esos que seemplea como diana del deportista ejemplar se les está diciendo: "Hijo mío, de cuanto veas en el mundo ninguna meta superior a Nadal".
Cada cual puede hacer con sus hijos lo que quiera. No debería ser así pero así es. Un hombre debe alcanzar, por ejemplo, cierta validez para conducir un coche y sin embargo la sociedad no le exige ningún examen para la mayor responsabilidad de todas. Yo no quieroque mi hijo sea Rafa Nadal. Primero porque no puede serlo. Y segundo porque para sólo emularlo debería esclavizar a mi hijo a tal extremo que la supuesta meta deseable, aun imposible de alcanzar y precisamente por ello, pondría en serio riesgo su salud mental. Y yo no sé de otra meta que promueva el deporte que no sea eso de la salud.
Si debo regirme por el credo que hace al deportista de élite...