CUENTO CORTO
El psiquiatra soltó un leve gruñido como respuesta. Se inclinó sobre su libreta y escribió:
“Padre violento. El hijoreclama atención, probablemente a causa del divorcio”.
-Continúe, por favor- dijo, inclinando la cabeza.
El padre se acomodó sobre el diván y siguió con el relato.
-Después de esa vez mi chico no volvió a parar. Yo le decía que cortara con esas historias, porque asustaban a su hermanita Agustina, pero él siguió y siguió. Decía ver fantasmas por todos lados: cuando íbamos a hacer lascompras, en la escuela, incluso en el puto jardín de infantes de Agustina. Dijo que veía el fantasma de un chico jugando en el arenero, que lo saludaba, ¿puede creerlo?
El psiquiatra no dijo nada, pero en su libreta anotó:
“Probable esquizofrenia del chico. Delirios persecutorios del padre”.
-¿Sigo hablando?- dijo el hombre.
-Claro.
-Es que usted me distrae cuando escribe en su cuaderno,¿sabe?
-Es mi trabajo, señor Donovan. Usted no preste atención a lo que yo haga, concéntrese en la historia.
El padre murmuró algo por lo bajo, pero luego continuó:
-La gota que derramó el vaso fue la semana pasada, el sábado. Me tocaba a mí cuidar a los chicos, por eso del régimen compartido, pero a eso de las ocho de la noche llegaron sin avisar mis amigos y compañeros de barajas. Asíque encerré a los chicos en el dormitorio y les dije que no hicieran mucho barullo, porque papá quería pasar una noche tranquila con sus amigos. La nena no dijo nada, ella pobrecita siempre fue calladita, pero Dany empezó con las quejas. Dijo que el hombre del patio no los iba a dejar dormir. Que cada vez estaba más cerca, y él tenía miedo, porque el hombre no era un fantasma común, sino algomucho más malo que eso. Lo peor fue cuando Agustina, con ojos asustados, secundó a Dany y dijo que ella también había comenzado a verlo. Incluso me mostró un dibujo que había hecho de aquel hombre; ella siempre fue muy buena en el dibujo, siempre dibujó cosas lindas como mariposas o flores, pero la cosa horrible que me mostró esa vez terminó por sacarme de mis casillas. Agarré a Dany y lo sacudí.“¿Ves lo que pasa por andar diciendo estupideces? Ahora tu hermana también cree en esas cosas”, le dije. Lo llevé de las orejas a la ventana y señalé hacia fuera. “Ahí no hay nadie, ¿lo ves? No hay ningún hombre muerto en el patio. Así que no quiero más historias de esa mierda, ¿entendiste?”. Dany agachó la cabeza y no dijo nada, pero algo en su mirada me hizo creer que traería problemas esa noche.
Elpsiquiatra volvió a escribir en su libreta.
“Graves problemas de alcohol”.
El padre parecía estar cada vez más agitado.
-Regresé al living y por unas horas me olvidé de ellos. Esa noche mis amigos apostaban fuerte, y yo la verdad no ligué nada. Eran las doce de la noche y casi me habían desplumado. Estaba furioso. Aposté mis últimos cien pesos y luego tiré las barajas. Cuando miré miscartas, no podía creerlo: era la mejor mano que me había tocado en mi vida. ¡La mejor! Tenía todo a mi favor para recuperar el dinero perdido.
-¿Y entonces?
-El grito. O mejor dicho, los gritos. En la habitación de los chicos. En ese momento juro que pensé en matarlo. En matar a ese chico. Pero sin embargo continué jugando.
-¿Continuó jugando, pese a los gritos?
-¡Era la mejor mano...
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