Cuento Mario Benedetti
“Amor Por el Bosque”
Había una vez un bosque lleno de trastos viejos y florecillas nuevas, entre los que inconscientemente cantaban alegres, corrían, volaban, saltaban osimplemente transitaban, sus habitantes naturales: gorriones, bichitos de San Antonio, mulitas, zorrillas, liebres, perdices, ranas, cotorras, picaflores, etc. Las relaciones zoociológicas eranrelativamente buenas.Después de cada lluvia los hongos nacían como hongos, y eso daba abúndate motivo para los cantos, graznidos, cotorreos, mugidos, rebuznos y otros medios de comunicación de masas.
Lasfunciones diplomáticas eran atendidas por las golondrinas, los golondrinos y los golondrinitos ya que, como es sabido, una bien fundada tradición (que se transmite de padres a hijos, de tatarabuelos achoznos) impone que las relaciones exteriores sean ejercidas por esta sacrificada familia de los hirundinidos, notable por su vuelo gracioso y sus emigraciones regulares e irregulares. Después de cadacongreso internacional de pájaros paseriformes, su pico corto y hendido les bastaba para traer policromos contrabanditos que depositaban en la horizontal propiedad de sus nidos.
Las flores eran vulgaresy silvestres pero por lo menos nadie las pisoteaba. Con su zamba de una sola nota, las insistentes ranas llenaban la noche. Eran verdaderamente llenadoras. En épocas de relativa escasez, los animalesmayores corrían la liebre, pero cuando la escasez era más grave hasta las liebres corrían la liebre.Sin embargo, y pese a todas las dificultades de la vida salvaje, aquel era un bosque feliz.Naturalmente, había objeciones contra la tozudez de las mulitas, la difamación curvilínea de las cotorras, a la ronca sapiencia de los sapos. Pero después de todo, un picaflor tenía casi los mismos derechosque un yacaré: la única diferencia estaba en la dentadura. Todos estaban autorizados a ver el cielo que aparecía entre las ramas, y cuando las calandrias cantaban el himno del bosque, los pinos se...
Regístrate para leer el documento completo.