cuento

Nallely Renata Guerra Fuentes Grupo 28

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Desde niños nos enseñan a luchar por nuestros sueños, a no rendirnos nunca; a demostrarle a todos de lo que estamos hechos, cuéstenos lo que nos cueste. Pero, ¿qué pasa cuando crecemos?, ¿acaso nos hemos rendido y abandonado toda ilusión de volvernos lo que siempre quisimos, de estar donde deseamos, o tener lo que siempre anhelamos? No,simplemente uno crece y se da cuenta que en el mundo de los adultos no hay lugar para soñar; que en el mundo real la inocencia es una palabra sin significado alguno; y que para llegar a ser cuando menos la mitad de lo que aspiramos, hay que pisotear a una o varias personas, así sea un perfecto desconocido, o tu camarada de toda la vida.
Esta historia no habla sobre unicornios de trasero blanco y pelorosado que te llevan al final del arcoíris, donde todos tus sueños se vuelven realidad y vives feliz por siempre; mucho menos sobre un niño infeliz que pide un deseo a su hada madrina y por arte de magia sus problemas insignificantes se resuelven, encuentra a su familia (quienes son millonarios y llevan toda la vida buscándolo, pero por alguna razón lo encuentran justamente en el momento másdramático de su aún joven existencia). No, aquí no hay nada parecido a eso; tan sólo una historia basada en la vida real, que miles de millones de personas reales están viviendo justo ahora, y seguramente lo harán las próximas generaciones; una historia sobre cómo tenemos siempre opciones para seguir nuestros sueños, para luchar, aferrarnos a ellos; para defenderlos ante todo y ante todos; mas nosiempre lo que soñamos es para lo que fuimos hechos.
Cristian tenía cuatro años cuando tomó una de las decisiones más importantes; esa decisión que la mayoría toma con mucho tiempo y ardua reflexión: el rumbo de su vida.
―¡Mira, mi amor: le compré a Cris su primer guitarra! ― dijo su padre cuando entró a casa con una voz recia.
―Ay, Fide, ¿cómo piensas que a su edad le va a interesar algo comoeso?― dijo su madre, sonriendo y con voz sarcástica mientras miraba la cara de Cristian―... Si Cristian apenas acaba de cumplir los cuatro.
El niño estaba totalmente maravillado con ese artefacto que para él era completamente desconocido; aunque la guitarra era pequeña, comparada con el aún más pequeño cuerpecito de tan sólo 4 años de Cristian, era algo que no podía sostener en sus brazos. Sinembargo, se las ingenió para ponerla en el suelo y tocar las cuerdas con sus frágiles manitas, y cuando escuchó el armonioso sonido de aquel instrumento, por un instante quedó paralizado, como si fuera una estatua diminuta.
―Mami, papi, ya sé lo que quiedo sed de grande- balbuceó Cristian- quiedo tocad la guitada y sed muy famoso; quiero tocad y cantad muy fuedte pada que todos me oigan.
Suspadres se miraron entre sí y soltaron una carcajada.
―¿Ya ves? ¡Yo sabía que le iba a gustar a mi muchacho!
―Bueno, bueno, ¿y de dónde has sacado esa guitarra? ―dijo su madre, poniendo sus manos en la cintura, como solía hacerlo cuando se volvía seria.
―Me la dio mi jefe en la mañana; dijo que era un regalo para su hijo, pero a la mera hora decidió que le gustaba más la batería que la guitarra…¡Vaya muchachito!, ¿no crees?
―¡Bah! Seguramente así lo ha criado tu jefe. Pero mira nada más cómo le a gustado a Cris esa guitarrita, espero que no sea como con todos su juguetes, que los usa por un rato y al final terminan guardados y olvidados― dijo con una risita un tanto burlona.
Pasaron meses, y el niño no soltaba su guitarra para nada. Aunque no sabía tocar ningún acorde, le encantaba fingirque daba “conciertos” para sus padres (con música de fondo, claro está) porque siempre que lo hacía su madre casi lloraba de la emoción. Para cuando Cristian tuvo 10 años, ya era muy bueno tocando e incluso había ahorrado por tres meses para comprarse una nueva guitarra, debido a que la que tenía ahora le quedaba muy chica y era evidente que necesitaba una de tamaño normal. Su elección fue una...