cuentos coloniales

Páginas: 80 (19773 palabras) Publicado: 3 de febrero de 2014
Cuentos Coloniales de Terror
Anónimo

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Cuentos Coloniales
de Terror

LEYENDA DE LA CALLE DENIÑO
PERDIDO
Una de las historias coloniales que originó el nombre de la calle
“niño perdido”, hoy Eje Central, es la que ahora presentamos a
nuestros lectores, por ser la más aceptable y sobrecogedora.
El suceso tuvo lugar en lo que hace algunos años fue la
esquina Arcos de Belén y Niño Perdido. Ahí, en 1652, existía una
laguneta, y cerca de ella, una casa grande, elegantementeconstruida, a la que mucho tiempo después se llamó “casa del
apartado”, ya que este lugar se destinó a apartar el oro y la plata.
La casa era habitada por Don Adrián de Villacaña, hombre
entrado en años, viudo, y padre de un niño de unos ocho o nueve
años de edad. El pequeño Lauro de la Luz llevaba una vida
apacible al lado de su padre. Disfrutaba de cierta libertad, ya que
podía ausentarse de sumorada para ir a jugar a los alrededores,
especialmente a la laguneta, su lugar de recreo favorito.
Ahí se encontraba precisamente el 30 de marzo de dicho año,
día que sería definitivo para el rumbo de su existencia.
Mientras que en la casa mayor se arreglaba y disponía todo
con esmero para recibir a la persona que vendría de España, dos
muchachas salían en busca del niño, apresuradas einquietas, ya
que el infante debía estar vestido con propiedad, de acuerdo a la
ocasión.
Después de rodear la laguna y llamarlo a gritos, lo
descubrieron en una de sus orillas.
—¿Niño Lauro, en dónde andáis?
—Aquí —contestó el niño—. No hagáis ruido, por favor, que
espantáis a los peces.
—Pero si aquí no hay mas que ajolotes.
—Aún así, no los espantéis.
—Vamos ya; venid, que vuestro padre osllama con urgencia.
—Está bien, está bien.
El niño fue llevado ante su padre, quien lo miró con
severidad.
—¡Pero mirad como traéis vuestras ropas, Lauro! ¡Venís
cubierto de lodo!
—Estaba jugando, padre —contestó el niño, aún
malhumorado porque lo habían quitado de sus juegos.
—Bien, bien —dijo el padre. Y dirigiéndose a una de las
sirvientas, ordenó:
—Aseadle y ponedle ropa apropiada pararecibir a Doña
Elvira.

Llevado de la mano por la muchacha, el padre ya no vio la
cara interrogante del niño, quien preguntó:
—¿Por qué me arregláis con tanto esmero?
—Tendréis que estar correcto para recibir a vuestra madre.
—¡Pero mi madre está muerta! ¡Yo no tengo dos madres!
—La dama que llega hoy de España se casará con vuestro
padre, niño. Por eso será vuestra madre.
—¡No! ¡NanaRicarda me ha dicho que mi madre está en el
cielo! ¡No tendré nunca otra madre! ¡Entendedlo! ¡No llamaré
madre a esa mujer!
Desde el momento en que Doña Elvira descendió del carruaje,
apoyada galantemente por Don Adrián de Villacaña, el niño supo
que, en efecto, esa mujer no podría ocupar el lugar de su
progenitura. Vestida con elegancia y sobriedad, propio de una
mujer madura, su talantedenotaba claramente un carácter difícil.
Su mirada, exenta de toda ternura, se posaba distante en la
servidumbre, amable ante Don Adrián, pero cuando miró al
pequeño, desde su elevada estatura, su expresión endureció por
completo, comprendió que no lo adoptaría jamás.
—¿Éste es vuestro hijo?
—Y también será el vuestro. Señora. —Contestó Don Adrián.
—No se equivocaron quienes me dijeron que separecía a su
madre.
—Sí, se parece a la señora cuyo puesto venís a ocupar.
Casaron de inmediato y conforme el transcurso de los días,
Doña Elvira fue sintiendo el peso de su condición. Era la señora
de la casa, cierto, pero venía a “ocupar un lugar”, como le había
dicho su esposo, un lugar vacío.
Así, empezó a tomar mayor aversión al pequeño. Lo odiaba en
silencio, al igual que a la...
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