DE MEMORIA Y OLVIDO

Páginas: 6 (1334 palabras) Publicado: 19 de abril de 2015
DE MEMORIA Y OLVIDO
Yo, señores, soy de Zapotlán el Grande. Un pueblo que de tan grande nos lo hicieron
Ciudad Guzmán hace cien años. Pero nosotros seguimos siendo tan pueblo que todavía le
decimos Zapotlán. Es un valle redondo de maíz, un circo de montañas sin más adorno que
su buen temperamento, un cielo azul y una laguna que viene y se va como un delgado
sueño. Desde muyo hasta diciembre, seve la estatura pareja y creciente de las milpas. A
veces le decimos Zapotlán de Orozco porque allí nació José Clemente, el de los pinceles
violentos. Como paisano suyo, siento que nací al pie de un volcán. A propósito de
volcanes, la orografía de mi pueblo incluye otras dos cumbres, además del pintor: el
Nevado que se llama de Colima, aunque todo él está en tierra de Jalisco. Apagado, el hieloen el invierno lo decora. Pero el otro está vivo. En 1912 nos cubrió de cenizas y los viejos
recuerdan con pavor esta leve experiencia pompeyana: se hizo la noche en pleno día y
todos creyeron en el Juicio Final. Para no ir más lejos, el año pasado estuvimos asustados
con brotes de lava, rugidos y fumar olas. Atraídos por el fenómeno, los geólogos vinieron a
saludarnos, nos tomaron la temperaturay el pulso, les invitamos una copa de ponche de
granada y nos tranquilizaron en plan científico: ata bomba que tenemos bajo la almohada
puede estallar tal vez hoy en la noche o un día cualquiera dentro de los próximos diez mil
años.
Yo soy el cuarto hijo de unos padres que tuvieron catorce y que viven todavía para
contarlo, gracias a Dios, Como ustedes ven, no soy un niño consentido. Arreolas yZúñigas
disputan en mi alma como perros su antigua querella doméstica de incrédulos y devotos.
Unos y otros parecen unirse allá muy lejos en común origen vascongado. Pero mestizos a
buena hora, en sus venas circulan sin discordia las sangres que hicieron a México, junto
con la de una monja francesa que les entró quién sabe por dónde. Hay historias de familia
que más valía no contar porque miapellido se pierde o se gana bíblicamente entre los
sefarditas de España. Nadie sabe si don Juan Abad, mi bisabuelo, se puso el Arreola para
borrar una última fama de converso (Abad, de abba, que es padre en arameo). No se
preocupen, no voy a plantar aquí un árbol genealógico ni a tender la arteria que me traiga
la sangre plebeya desde el copista del Cid, o el nombre de la espuria Torre de Quevedo.Pero hay nobleza en mi palabra. Palabra de honor. Procedo en línea recta de dos
antiquísimos linajes: soy herrero por parte de madre y carpintero a título paterno. De allí
mi pasión artesanal por el lenguaje.
Nací el año de 1918, en el estrago de la gripa española, día de San Mateo
Evangelista y Santa Ifigenia Virgen, entre pollos, puercos, chivos, guajolotes, vacas,
burros y caballos. Di losprimeros pasos seguido precisamente por un borrego negro que
se salió del corral, Tal es el antecedente de la angustia duradera que da color a mi vida,
que concreta en mí el aura neurótica que envuelve a toda la familia y que por fortuna o
desgracia no ha llegado a resolverse nunca en la epilepsia o la locura. Todavía este mal
borrego negro me persigue y siento que mis pasos tiemblan como los deltroglodita
perseguido por una bestia mitológica.
Como casi todos los niños, yo también fui a la escuela. No pude seguir en ella por
razones que sí vienen al caso pero que no puedo contar: mi infancia transcurrió en medio
del caos provinciano de la Revolución Cristera. Cerradas las iglesias y los colegios
Juan José Arreola Confabulario
religiosos, yo, sobrino de señores curas y de monjas escondidas, nodebía ingresar a las
aulas oficiales so pena de herejía. Mi padre, un hombre que siempre sabe hallarle salida a
los callejones que no la tienen, en vez de enviarme a un seminario clandestino o a una
escuela del gobierno, me puso sencillamente a trabajar. Y así, a los doce años de edad
entré como aprendiz al taller de don José María Silva, maestro encuadernador, y luego a
la imprenta del Chepo...
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