Desde Tu Perspectiva

Desde tu perspectiva,releyendo tu artículo,1 ¿la escuela
fracasa cuando los alumnos “fracasan”?
—La escuela fracasa cuando “no pasa nada”, como dicen
los chicos,porque lo que pasa no tiene peso, no hace guiños,
ni deja señas. Fracasa cuando algo del orden vital no
se pone en juego allí,ni desencadena una diferencia respecto
del punto de partida.
Uno de mis maestro s , Jorge Larro s a , nosdecía hace unos
años que, a ve c e s , la relación pedagógica se reduce al paso de
a l go que va de la carpeta del pro fesor al cuaderno del alumn
o, sin que nada toque la cabeza ni el corazón de uno ni del
o t ro.Y creo que es allí, en esa imagen, donde se hace visible
que la escuela fracasa, cuando el pensamiento, las pre g u n t a s ,
la imaginación, los sueños no encuentran un rincóndonde
quedar alojados.Cuando lo que pasa, pasa sin dejar rastros ni
huellas y no produce algo del orden de una experiencia.
Entonces quizás las preguntas sean otras:¿es que no pasa
nada?,¿qué nos pasa con que lo que allí pasa,que es como
si nada pasara? ¿O es que tal vez no podemos leer lo
que acontece para que algo allí pueda acontecer? Para que
algo de lo que allí sucede, pase, nos hagatambalear, nos toque
en la cabeza y el corazón.
¿Los alumnos fracasan porque la escuela ha “fabricado
una idea del éxito”a través de normas que no todos
logran comprender?
—Tal vez la primera cuestión sea preguntarnos: ¿qué entendemos
por fracaso o éxito escolar? Porque son palabras
muy manoseadas por el mercado, por las políticas,por
los especialistas. El fracaso o el éxito, como tantas“verdades”
en pedagogía,son efecto de la fabricación, se definen
en relación con un supuesto conocimiento que la escuela
valora como tal, de ciertas expectativas, competencias o
resultados a alcanzar.
La palabra éxito viene del
latín y significa resultado. Se
usa en el sentido de buen resultado.
Si el resultado, o lo
que resulta, no es lo esperado,
entonces ¿hablaríamos de
fracaso? ¿Elfracaso sería un
revés, un malogro (o un mallogro:
¿el que no alcanzó los
niveles de logro exigidos por
la escuela?); hasta se puede
pensar en términos de derrota. En francés, por ejemplo,
fracaso equivale a ruido, estruendo, porque se expande, se
divulga,se hace público. En nuestra cultura exitista y meritocrática,
un fracaso es siempre estruendoso. Desde la mirada
evaluadora se ven losresultados, pero no se atiende
a una ética de las consecuencias,entonces el supuesto fracasado
es además culpabilizado por su fracaso.
El imaginario evaluador que ha colonizado el espacio escolar
nos ha colonizado la cabeza. La evaluación, se llame
cuanti,cualitativa,en proceso, o lo que sea, apunta a clasificar
y nombrar. Al hacerlo asigna un lugar, fija una particularidad
(Juan esparticularmente inquieto, disperso…). Esto
sin dudas configura los modos correctos de ser alumno y
de ser educador. Es un modo de pensar que estrangula la
apuesta educativa,la educación como acción que desencadena,
pone en movimiento algo nuevo y abre otros horizontes.
Pretendiendo controlar, confisca lo por venir, somete
las búsquedas y el entretanto al resultado, desestima
los rodeos, lasinterrogaciones, y sólo puede ver logros y
malogros.
Aun en estos tiempos de turbulencias, que parecieran
poner en crisis nuevas y viejas pedagogías, nuevas y viejas
creencias,algunas cosas siguen presentes e inalteradas:pasos
calculados de una secuencia técnica, preguntas que
presuponen una respuesta y no dan otra posibilidad que
descubrir lo que se espera,lecturas que se ponen en escena
paraencontrar en el manual la respuesta a un cuestionario,
problemas a investigar como mera excusa para el
despliegue de un mecanismo que debe desarrollarse paso
a paso. Esto implica un modo de comportarse y un modo
de responder que, tal vez, permite, a quien descubre y
acepta las reglas, transitar sin mayores dificultades por la
institución escolar.Aun cuando no necesariamente sea posible
una...