discurso del método parte 2

Páginas: 14 (3422 palabras) Publicado: 31 de marzo de 2013
SEGUNDA PARTE
Estaba por entonces en Alemaniaa, adonde la ocasión de unas guerras aún no acabadasb me había llamado; y volviendo de la coronación del emperador hacia el ejército, el comienzo del invierno me detuvo en un lugar donde, no encontrando ninguna conversación que me distrajese, y no teniendo por otra parte, afortunada­mente, ninguna preocupación ni pasión que me turbaran, permanecíatodo el día encerrado y solo en una habitación con estufa, donde disponía de todo el tiempo libre para cultivarme con mis pensamientos. Entre los cuales, uno de los primeros fue caer en la cuenta que a menudo no hay tanta perfección en las obras compuestas de varias piezas y realizadas por la mano de distintos hombres como en aquellas en que uno solo ha trabajado. Así se ve que los edificios que unsolo arquitecto ha empezado y acabado son habitualmente más bellos y están mejor dispuestos que aquellos otros que varios han tratado de componer, utilizando viejos muros que ha­bían sido levantados para otros fines. Así esas antiguas ciudades, que no habiendo sido al principio sino aldeas han llegado a ser, con el paso del tiempo, urbes, están ordinariamente tan mal trazadas, comparadas con esasplazasc regulares que un in­geniero traza según su fantasía en una llanura, que aunque al considerar sus edificios cada uno por su parte se encuentra a menudo tanto o más arte que en aquellas otras dibujadas por un ingeniero, sin embargo, al ver como están dispuestos, aquí uno grande, allí uno pequeño, y como hacen las calles curvas y desiguales, se diría que es más bien la fortuna, que no lavoluntad de algunos hombres usando la razón, quien así la ha dispuesto. Y si se tiene en cuenta que, a pesar de ello, ha habido siempre unos oficiales encargados del cuidado de los edificios de los particulares para hacerlos servir al ornato público, se reconocerá que es dificultoso, trabajando sobre lo hecho por otro, hacer cosas perfectas. Así, me imaginaba que esos pueblos, habiendo sido antañomedio salvajes y no habiéndose civilizado sino poco a poco, que no han hecho sus leyes sino a medida que la incomodidad de los crímenes y las disputas les iban apremiando, no pueden tener costumbres tan acomodadas como los que, desde el comienzo en que se juntaron, han observado las constitucionesd de algún prudente legislador. De la misma manera es muy cierto que el estado de la verdadera religión,cuyas ordenanzas Dios solo ha hecho, debe estar incomparable­mente mejor establecido que todos los demás. Y para hablar de cosas humanas, creo que, si Esparta fue en otro tiempo muy floreciente, no se debió a la bondad de cada una de sus leyes en particular, visto que muchas eran muy extrañas, e incluso contra­rias a las buenas costumbree, sino a causa de que, habiendo sido inventadas por unosolof, tendían todas a un mismo fin. Y así yo pensé que las ciencias de los libros, al menos aquellas cuyas razones son sólo probablesg y carecen de demostraciones, habiéndose compuesto y aumentado poco a poco con las opiniones de varias perso­nas diferentes, no son tan próximas a la verdad como los simples razonamientos que puede hacer naturalmente un hombre de buen sentido en lo tocante a las cosasque se presentan. Y así también pensé que como todos hemos sido niños antes de ser hombres y hemos habido menester durante mucho tiempo de estar gobernados por nuestros apetitos y nuestros preceptores, que eran a menudo contrarios unos a otros, y, tal vez, ni los unos ni los otros nos aconsejaban siempre lo mejor, es casi imposi­ble que nuestros juicios sean tan puros y tan sólidos como lo seríansi hubiésemos tenido el uso pleno de nuestra razón desde el momento de nuestro nacimiento y no hubiésemos sido sino conducidos por ella.
Es verdad que no vemos que se derriben todas las casas de una ciudad con el único propósito de rehacerlas de otra manera y de tornar las calles más bellas; pero vemos que muchos mandan echar por tierra las suyas para reedificarlas y muchas veces son forzados a...
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