Docente Universitario

Lectura de Textos de Espiritualidad - 2012

Juan Tauler – SELECCIÓN DE TEXTOS




Cinco Fragmentos de Juan Tauler (1300-1361)

1. El sermón de la cananea: angustias y aprietos interiores

“Cuando el hombre persevera sumido en la congoja y se hace consciente de que Dios persigue al alma, no dude que Jesús está presente allí, fijando su tienda. Es la señal de amistad y privilegio.Si así no fuere, tema el hombre no serle íntimo a Dios.
Quien no se abre al impulso del Espíritu ni acoge tal premura cooperando con su vida, jamás pasará de ser mediocridad. No tienen aún profunda vida interior y por lo mismo ignoran los tesoros más valiosos que llevan escondidos: las pruebas transformantes de potencias inferiores y también del mismo espíritu. Ante lo cual nada hay más nobleque caer de rodillas y adorar con profunda gratitud. Entonces esté seguro de que el Señor ha llegado a su alma en carroza de aflicción conforme a su promesa: «Estaré a su lado en la desgracia» (Sal 91,15).
Se confabulan los enemigos por su parte. Llega el mundo con zozobras de fuerte tempestad. El enemigo, el demonio, se insinúa con ardides ingeniosos. La sexualidad, los sentidos y todas laspotencias inferiores asedian y fuerzan al hombre a negociar con canalla de arrabales. Pero el hombre interior no puede capitular. Dios mismo le refuerza. La profunda inclinación con que Él suspira por Dios tensa el arco y enardece hasta vencer. Se comprende fácilmente el heroísmo de tal hombre, acorralado de fuera, abandonado a flaquezas interiores y oprimido por angustias del espíritu.
¿Yqué podrá hacer, acosado más que un ciervo por jaurías sin salida? Lo mismo que la pobre cananea. Acudir a Jesús y gritarle en alta voz: «Ten piedad de mí, Señor, hijo de David».
Nervioso por las tentaciones, abrumado por la angustia, vulnerado y exhausto por las múltiples hostilidades. Así cazado, lanza un grito de auxilio con fuerza que se oiría a mil leguas. Grito del espíritu que rompe loscielos con gemidos indecibles; suspiro que brota del abismo más hondo. Algo que excede las fuerzas naturales y que profiere el Espíritu Santo en el decir de San Pablo: «El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables» (Rom 8,26).
Aquí el fondo del alma se prepara mucho mejor de lo que se podría imaginar en esta vida. Fijaos bien. Cuando este hombre, así acosado, padeceansiedad tan honda que levanta su grito a Dios con gemido inenarrable deseando traspasar los cielos, si Dios entonces se comporta como el que no quiere saber nada, debe humillarse. En la más profunda humillación esté conforme y creciente el fervor de los deseos, ofreciendo el corazón a su Señor. Déjele a Dios, que El le prepara mejor.”[1]



2. Las tres mirras: amarga conversión, sufrimientos,angustia y tinieblas

“Empecemos por esta que es amarga,[2] y significa la amargura que necesita experimentar quien pretende de verdad hallar a Dios. Porque, al principio de la conversión, continúa el hombre apegado a los goces y satisfacciones habituales mientras que le es de todo punto necesario desprenderse por completo de cuanto fueran posesiones o deleite. Muy amargo y penoso en los comienzosconviene, sin embargo, en consecuencia de penitencia digna, que la amargura ahora sea tanta como fueron antes los deleites. En verdad, gran fuerza de voluntad y vigilancia se requiere para ponerlo por obra. (…)
Hay otra mirra mucho más amarga que la primera. Dios la da copiosamente a sus amigos por sufrimientos interiores y exteriores, aflicción y adversidades. Bienaventurado aquel que acogeesta mirra con el mismo amor y propósito con que Dios se la prodiga. ¿Quién podrá cantar el gozo dicha y paz que inunda el fondo del alma donde Dios la hace brotar? Oh, sí. El más pequeño o mayor sufrimiento que Dios permite procede de su profundo e inefable amor. Cierto. Del mismo amor tan grande que El muestra al conceder los dones más exquisitos y sublimes. En verdad estos no serán tan...