Doctor

1. No pudo dormirse; permaneció echado, boca abajo, hundido el rostro sobre la almohada. Soñaba despierto y sus sueños no podían ser más raros: cada vez con más frecuencia imaginaba echarse en alguna parte de África, en Egipto en un oasis. La caravana descansa ,los camellos están quietos echados al suelo, en torno crecen las palmeras todos comen pero el no hace más que beber agua, la tomadirectamente del arroyo que corre y murmura allí mismo a un lado. Allí hace fresco el agua maravillosa tan azul y tan fría, corre por las multicolores piedrecitas y por las límpida arena de dorados reflejos .. de pronto oyó claramente que daban horas en un reloj. Se estremeció, abrió los ojos, volvió en sí, levanto la cabeza, miro la ventana, calculo la hora que seria, y se levanto de un salto, vueltoen si por completo como si alguien le arrancara del sofá. Se acerco de puntillas a la puerta le latía el corazón de modo terrible pero en la escalera el silencio era absoluto, le parecía absurdo y raro haber dormido tanto y no haber hecho todavía nada ni haber preparado nada ¿Quién sabe? A lo mejor ya eran las seis, de pronto de apodero de él una insólita y confusa agitación. Hizo un gran esfuerzopara repasar todo y no olvidar nada, el corazón le seguía latiendo terriblemente. En primer lugar, había que preparar un lazo y cocerlo al abrigo. Hundió la mano debajo de la almohada y busco entre la ropa interior una camisa vieja ruinosa y sin lavar. De los girones de la camisa arranco una tira de una pulgada de anchura y unas ocho de longitud. La doblo por la mitad; se quito el abrigo de veranoy se puso a cocer los dos extremos de la tira bajo la manga izquierda por el interior. Le temblaban las manos al cocer pero consiguió su propósito, de modo que cuando volvió a ponerse el abrigo nada se notaba por el exterior tenia preparados desde hacia tiempo aguja e hilo los guardaba en la mesita envueltos en un papel. Lo del lazo era idea suya, el lazo se destinaba al hacha, bastaba colocar enél la pala del hacha y el instrumento colgaría tranquilamente debajo del brazo por el interior del abrigo, todo el camino. Con la mano en el bolsillo del abrigo podía sostener el extremo del mango de modo que el hacha no oscilara.
Acabados estos preparativo metió la mano en el estrecho espacio que quedaba entre su sofá y las tablas del piso, busco en el ángulo izquierdo y saco la prenda quetenía preparada y escondida desde hace mucho tiempo, se trataba de una tablita de madera alisada a cepillo. La envolvió con sumo cuidado en un papel blanco y limpio y lo hato fuertemente. Aquello era para distraer la atención de la vieja unos momentos y el podría aprovechar el instante más propicio.
Se lanzo hacia la puerta tomo el sombrero y descendió los trece peldaños de la escalera. Faltaba lomás difícil: robar el hacha de la cocina. Cuál no sería su sobresalto al encontrarse, de pronto, con que Anastasia no solo se encontrara en la cocina sino que además, estaba ocupada en sacar ropa de una cesta y colgarla en una cuerda. Raskolnikov aparto la vista y siguió su camino. Pero ¡Adiós empresa! ¡no había hacha! Estaba terriblemente decepcionado.
¡Qué ocasión he perdido para siempre!Balbuceo, de pie en el portal, sin saber qué hacer, frente al oscuro tabuco también abierto, del portero. Allí a dos pasos de él debajo del banco del tabuco a la derecha vio brillar un objeto, miro entorno y no había nadie se acerco de puntillas a la portería se lanzo como un relámpago a coger el hacha (Era en efecto un hacha) Allí mismo, sin salir al patio la afianzo al lazo, metió las manos en elbolsillo y salió de la portería.
Caminaba despacio para no levantar sospechas, a lanzar un vistazo casual a una tienda vio un reloj de pared que señalaba ya las siete y diez minutos … Ya se acerca, ahí está la casa, ahí el portal, tuvo suerte de nuevo cruzo el portón sin contratiempo alguno. La escalera de la vieja se encontraba cerca, allí mismo a la derecha del portón Raskolnikov estaba ya en la...