Don Goyo

Páginas: 9 (2038 palabras) Publicado: 10 de noviembre de 2013

Autor:

Demetrio Aguilera Malta
Obra:
“Don Goyo”





Introducción

Demetrio Aguilera Malta nacido en Guayaquil el 24 de mayo de 1909, ocupando importantes cargos como: subsecretario de Educación embajador diplomático y agregado cultural. Desempeñándose como periodista y viajando por casi todos los países.
Redactando la novela “Don Goyo” en (1933), de género lirico y realista,despertando interés con sus costumbres, amores y preocupaciones. La importancia de la preservación del medio ambiente especialmente de sus manglares, presentando acontecimiento de acciones graves. Desarrollando pensamientos, sentimientos y cumpliendo con la agricultura, pesca y ganadería.







Desarrollo
Oyeron el chapotear de una canoa y al mismo tiempo un canaletazo y una voz pesadaque pasó lentamente casi a lado de ellos.
La enorme boa de ébano de la noche lo atornillaba en su vientre. Las enormes canoas brincaban como potros indómitos y un tío-tío pareció reír.
Con la pesca que recogieron esa noche tenían para mandar a Guayaquil una canoada, y no solo los peces también a los jíbaros, a los ostiones, a las patas de mala, a la concha prietas, y a los mejillones, a laslloronas.
Sacaron los bajíos, descolgaron las redes empezaron a caminar lentamente y tuvieron mucho cuidado con un camarón brujo. Los bajíos viajaron intermitentemente a la canoa. La canoa se llenaba, se hundía la enorme canoa de pechiche.
De pronto, surgió el golpe del remo muy fuerte, después estuvo la canoa entre ellos, los manglares iniciaron sus amores millonarios sobre los lechos plásticos delfango.
Cusumbo en cuanto pudo se asomó en sí mismo. Estaba rodeado de viejas conversonas y de hombres taciturnos.
Le gustaban los caballos garañones, montados a pelos, bebedores de viento y de horizonte azul y pronto lo oyó repetir tras los árboles, en la casa y en los pueblos.
Después de banquear montado en la briosa potranca con la que llevaba al ganado, tardo y silencioso sobre potrerosverdeantes, salpicados de vez en vez por los algarrobos soñadores y a los pechiches o a tamarindos copudos.
A media noche, con la linterna de gasolina colgada al pelo del guayacán más alto del barranco, con o sin lluvia, hundiendo hasta las rodillas en el fango aturdido por el estruendo de la llamada de las viejas y el lamento de los chambones. De todo podían olvidarse menos de don EncarnaciónEstupiñan.

De noche lo veían montado sobre los árboles o andando sobre el río, le dijeron que habían visto venir corriendo a Ño Francia con su mujer y sus hijos. Una de las otras historias era la que ocurría en Don Reversas.
De pronto un ruido prolongado, amenazador le machucó los Oídos y el pánico se apoderaba de ellos. Súbitamente, se contagiaron del deseo de huir que atormentaba ala montaña.
El Daule había nacido, y en Daule había empezado a amar y a vivir con sus cadáveres ondulantes también sus binares de canoa balumosa que conquistaba a los hombres. El hombre se acercó violentamente y, tumbándose a lado de ella quiso abrasarla, la agalluda reaccionó inmediatamente, lo cual hizo un esfuerzo supremo y se desasió.
La noche estaba muy oscura de pronto se oyó un gritolargo, retorciente seguido de un ligero chapoteo. Terminadas las charlas, don Encarnación era agasajado de “puro” o con una taza de café.
De pronto, sintió unas carreras dislocadas a través de los altos pajonales, vio cuatro cuernos fluidos. Corrieron un largo rato torpemente tropezándose unos con los otros.
La casa de los compadres quedaba río arriba, más allá de Babahoyo, la guitarraparecía quedarse rasgadas por las manos aguantándose en una esquina y el candil empezó a abrir sus ojos luminosos. En visión de relámpago, recordó: La “Jaboncillo” y el “Fajado” el grupo vibrante, el mejido doloroso y alegre, la posesión el galopeo confuso del grupo crujen te.
Con su machete en la mano no le temía ni a Dios ni al mismísimo diablo, lo cual muy de mañana debía llevar el ganado a...
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