¿Economía Compasiva?

¿Una economía compasiva?
Hace unos meses, cuando ya llovían chuzos de punta sobre el Gobierno, el ministro de Hacienda, Pedro Solbes, declaró con intención tranquilizadora que “si la recesión sirve para limpiar la economía, la situación no tendrá más importancia". Fue muy criticado por ello y se desdijo rápidamente, pero en un contexto más técnico y menos político, sus imprudentes palabrashubieran sido firmadas por muchos economistas.
La recesión elimina a los más débiles de cada sector, sacándolos del mercado. Tiene el efecto de un temporal, a cuyo término sólo permanecen las ramas que eran suficientemente robustas. Sobreviven las empresas más eficientes, mantienen su empleo los trabajadores más productivos, prosperan los sectores más competitivos, conservan su casa las familias másprudentes, salvan su dinero los inversores de visión más aguda; y todos los agentes económicos son empujados a incrementar su eficiencia, productividad, competitividad, prudencia y agudeza visual. Todo ello estadísticamente hablando, claro está, porque hay también un componente de azar imposible de reducir.
La dinámica última de la economía global de mercado parece revelársenos así como unproceso de selección de los más aptos, justo en el momento decisivo, cuando no todos pueden mantener sus posiciones. ¿No hay lugar en ella para los débiles, los menos afortunados, los vulnerables? ¿No hay espacio para la compasión?
La compasión
La compasión presenta dos dimensiones: una subjetiva o afectiva, y otra objetiva o conductual. La primera consiste en hacerse cargo de la situación del otro,incorporarla a las propias preocupaciones, sentir con él. La dimensión objetiva es lo que suele llamarse solidaridad: encargarse de que el otro pueda salir adelante, apoyarle para que sobreviva a las turbulencias y emerja de ellas como sujeto capaz de valerse por sí mismo.
Cada una de esas dimensiones puede darse por sí sola, sin la otra. Cabe que los afectos se despierten pero no alcancen amover una voluntad eficaz. Cabe también una solidaridad práctica no motivada por sentimientos compasivos sino por un cálculo amplio del propio interés: al fin, el político depende de la satisfacción de sus bases electorales, el empresario de la buena imagen que estimula la cooperación social con su empresa, el rico de que nadie desafíe eficazmente sus derechos de propiedad.
La idea cristiana decompasión, sin embargo, supone una conexión operante entre los afectos y la acción solidaria, de manera que los unos mueven a la otra. La compasión que quiere salvar a quien se encuentra en dificultades constituye la piedra de toque del amor cristiano, más que la atracción en que los participantes se satisfacen necesidades uno al otro, e incluso más que la amistad basada en la admiración mutua, queproponía Aristóteles (Ética a Nicómaco, libro VIII). Así se nos revela en la parábola del Buen Samaritano (Lc. 10) o en la descripción del Juicio Final (Mt. 25). ¿Es ésta una idea realizable en el contexto de una economía moderna? ¿Se encuentran de hecho instancias de realización suya en nuestra economía global?
De la economía tradicional a la moderna
Para examinar el punto, necesitamoscomprender algunas diferencias entre una economía moderna y formas económicas tradicionales que dejaban quizás más espacio a la compasión. La diferencia clave puede establecerse entre relaciones cortas o interpersonales, predominantes en comunidades relativamente pequeñas, y relaciones largas o impersonales, predominantes en sociedades extensas.
En las relaciones cortas, las partes se conocenpersonalmente, y definen su relación a partir del conocimiento mutuo, por quién es personalmente el otro. Ese conocimiento facilita la empatía requerida para hacerse cargo de su situación, y ajustar la relación económica con él conforme a esa situación. El padre que ayuda a sus hijos a establecerse, ofreciendo a cada uno el apoyo que necesita para despegar, el tendero que fía al cliente habitual cuando...