Edgar Allan Poe El pozo y el pendulo

Páginas: 25 (6217 palabras) Publicado: 3 de julio de 2014
Edgar Allan Poe
El pozo y el pendulo
Estaba agotado, agotado hasta no poder más, por aquella larga agonía. Cuando, por último, me desataron y
pude sentarme, noté que perdía el conocimiento. La sentencia, la espantosa sentencia de muerte, fue la
última frase claramente acentuada que llegó a mis oídos. Luego, el sonido de las voces de los inquisidores
me pareció que se apagaba en elindefinido zumbido de un sueño. El ruido aquel provocaba en mi espíritu
una idea de rotación, quizá a causa de que lo asociaba en mis pensamientos con una rueda de molino. Pero
aquello duró poco tiempo, porque, de pronto, no oí nada más. No obstante, durante algún rato pude ver,
pero ¡con qué terrible exageración! Veía los labios de los jueces vestidos de negro: eran blancos, más
blancos que la hoja depapel sobre la que estoy escribiendo estas palabras; y delgados hasta lo grotesco,
adelgazados por la intensidad de su dura expresión, de su resolución inexorable, del riguroso desprecio al
dolor humano. Veía que los decretos de lo que para mí representaba el Destino salían aún de aquellos
labios. Los vi retorcerse en una frase mortal; les vi pronunciar las sílabas de mi nombre, y me estremecíal
ver que el sonido no seguía al movimiento.
Durante varios momentos de espanto frenético vi también la blanda y casi imperceptible ondulación de las
negras colgaduras que cubrían las paredes de la sala, y mi vista cayó entonces sobre los siete grandes
hachones que se habían colocado sobre la mesa. Tomaron para mí, al principio, el aspecto de la caridad, y
los imaginé ángeles blancos yesbeltos que debían salvarme. Pero entonces, y de pronto, una náusea mortal
invadió mi alma, y sentí que cada fibra de mi ser se estremecía como si hubiera estado en contacto con el
hilo de una batería galvánico. Y las formas angélicas convertíanse en insignificantes espectros con cabeza
de llama, y claramente comprendí que no debía esperar de ellos auxilio alguno. Entonces, como una
magníficanota musical, se insinuó en mi imaginación la idea del inefable reposo que nos espera en la
tumba. Llegó suave, furtivamente; creo que necesité un gran rato para apreciarla por completo. Pero en el
preciso instante en que mi espíritu comenzaba 'a sentir claramente esa idea, y a acariciarla, las figuras de
los jueces se desvanecieron como por arte de magia; los grandes hachones se redujeron a lanada; sus
llamas se apagaron por completo, y sobrevino la negrura de las tinieblas; todas las sensaciones parecieron
desaparecer como en una zambullida loca y precipitada del alma en el Hades. Y el Universo fue sólo noche,
silencio, inmovilidad.
Estaba desvanecido. Pero, no obstante, no puedo decir que hubiese perdido la conciencia del todo. La que
me quedaba, no intentaré definirla, nidescribirla siquiera. Pero, en fin, todo no estaba perdido. En medio
del más profundo sueño.... ¡no! En medio del delirio.... ¡no! En medio del desvanecimiento.... ¡no! En
medio de la muerte..., ¡no! Si fuera de otro modo, no habría salvación para el hombre. Cuando nos
despertamos del más profundo sueño, rompemos la telaraña de algún sueño. Y, no obstante, un segundo
más tarde es tan delicado estetejido, que no recordamos haber soñado.
Dos grados hay, al volver del desmayo a la vida: el sentimiento de la existencia moral o espiritual y el de la
existencia física. Parece probable que si, al llegar al segundo grado, hubiéramos de evocar las impresiones
del primero, volveríamos a encontrar todos los recuerdos elocuentes del abismo trasmundano. Y ¿cuál es
ese abismo? ¿Cómo, al menos,podremos distinguir sus sombras de las de la tumba? Pero si las impresiones
de lo que he llamado primer grado no acuden de nuevo al llamamiento de la voluntad, no obstante, después
de un largo intervalo, ¿no aparecen sin ser solicitadas, mientras, maravillados, nos preguntarnos de dónde
proceden? Quien no se haya desmayado nunca no descubrirá extraños palacios y casas singularmente
familiares entre...
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