EJERCITO ARIO



 
“… El ejército ario –al inicio de la guerra– era imbatible, y algunas de las primeras invasiones de pequeñas provincias –aunque no lo creas, porque Europa subestimó al comienzo la propaganda nazi y los discursos de Hitler– se hicieron simplemente con desfiles de tropas y tanques: un despliegue militar que dejaba mudos a los más estoicos. Y en esas muestras militares –cuando no estaba almando del tanque– iba yo, con mi impecable abrigo negro Hugo Boss, el cual nos destacaba como oficiales de la S.S. Pero me gustaba más cuando participaba en esos desfiles comandando mi tanque, ¿sabes por qué?”, me preguntó ‘Clint Eastwood’ con la acostumbrada sonrisa maliciosa del comienzo. “¿Por confort?”, pregunté ingenuamente. “¡No, qué va! Esos tanques, para alguien de mi estatura, eran muyincómodos por dentro, pero todas las chicas se derretían por los uniformes, los tanques y los aviadores; ellos sí arrasaban con todas ellas… pero algo no estaba del todo bien en mis pensamientos. No pretendo solucionar mi pasado a martillazos silenciando los reproches de mi conciencia; con los años acepté y reconocí que mi ciega vanidad me fue llevando poco a poco a todo aquello y que solo un mínimogrado de sensatez me despertó de golpe para sacarme con vida de Calais”, me compartió con un gesto sincero que borró su maliciosa sonrisa.
“¡Es una cruz de hierro de segunda clase!”, me dijo ‘Clint Eastwood’ mientras yo contemplaba el cofre sin tocarla.
Siempre existen personas que, movidas por sus intereses personales, “son capaces de prenderle una vela a Dios y otra al diablo”, como lo afirmóun amigo después de leer la primera parte de esta historia. No obstante su caso, creo –aunque existen muchas personas que actúan bajo los códigos de una moral intachable; o sea, rectas convicciones entre aquello que se piensa, lo que se dice y lo que se hace–, también son, ¿o somos?, millares las personas que podemos llegar a vernos influenciadas por determinado mensaje propagandístico si loscimientos de la moral no son los suficientemente sólidos y nuestros hechos son totalmente antagónicos a nuestros pensamientos o viceversa.
“Mi despertar –por llamarlo de alguna forma– no fue por intereses personales, como sí lo fue en el caso del almirante François Darlan, quien también obtuvo condecoraciones de los dos bandos pero murió asesinado por Bonnier de La Chapelle”. (Historia de un joven que–considero– también debe ser contada algún día por el propio Juan Esteban Constaín). “Yo había sido herido en Kursk en la operación Citadle, y quedé con mi tanque Tigre y tres soldados más en medio de la nada durante más de diez días: tiempo suficiente para comenzar a reflexionar sobre la “verdadera grandeza” del ejército alemán. A la espera de ser rescatados, pasó un avión lanzando provisiones–una mala señal en la guerra–; lo ideal es que siempre tu ejército entre a buscarte… en fin. Los soldados que estaban conmigo tenían los tímpanos reventados y no escucharon cuando el avión se aproximó. La carga cayó sobre ellos”.
Una historia de ese calibre para un inexperimentado ‘cazador’ de historias es imposible olvidar, aunque ya hayan pasado varios años de esa tarde de invierno en aquelsuntuoso apartamento, mientras ‘Clint Eastwood’ me hablaba y yo solo pensaba cómo o dónde podría escribir esta historia algún día, ¡pero nunca pensé que se convertiría en una deuda!
“Con otros más que se acercaron hasta donde cayeron las provisiones logramos salir de allí. Yo me recuperé y luego, para el año siguiente me tenían cerca de Calais. No soportaba estar en mi propio país llevando un uniformealemán; eso nunca me dejó dormir. Por eso deserté y busqué a los aliados, para que me llevaran preso por traición o por cualquier cosa, pero tan pronto los encontré lo primero que me dieron fue una orden: “¡díganos todo lo que sepa, todo lo que nos pueda servir!” También me dieron un tanque y dos meses después la segunda medalla…”
“Tres días antes de la ‘liberación de París’ estábamos muy...