El alquimista

Aquel muchacho se llamaba Santiago. Cuando comenzaba a oscurecer, él llegó con su rebaño frente a una vieja iglesia abandonada. Dónde decidió que pasaría la noche ahí, utilizó su chaqueta como cama y su libro como almohada el cual leía antes de dormir. Aún estaba oscuro cuando despertó. Miró hacia el cielo y vio que las estrellas brillaban a través del techo casi destruido; “Quería dormir un pocomás”, pensó. Había tenido el mismo sueño que la semana pasada y otra vez se despertó antes que pudiese llegar al final. Se levantó y tomó un trago de vino. Después agarró el cayado y empezó a despertar a las ovejas que seguían dormidas. Siempre había creído que las ovejas eran capaces de entender lo que él les decía. Por eso acostumbraba a leerles partes de los libros que le habían gustado.
Enlos dos últimos días, su tema había sido prácticamente uno solo: la niña, hija del comerciante, que vivía en la ciudad a donde llegarían dentro de cuatro días. Sólo había estado una vez allí, el año anterior. El comerciante era dueño de una tienda de tejidos, por eso el joven pastor llevo las ovejas ahí puesto que aquel comerciante podría comprarle la lana. La tienda de hombre estaba llena, y elcomerciante pidió al pastor que lo esperara hasta el atardecer. Él se sentó en la acera frente a la tienda y sacó un libro de su alforja. -No sabía que los pastores fueran capaces de leer libros -dijo una voz femenina a su lado.
Era una joven típica de la región de Andalucía, sus cabellos eran negros .Se quedaron conversando durante más de dos horas. Ella le contó que era hija del comerciante yhabló de la vida en la aldea, donde cada día era igual al otro. El pastor le habló sobre los campos de Andalucía y sobre las últimas novedades que había visto en las ciudades que visitó. Estaba contento por no tener que conversar siempre con las ovejas.
-¿Cómo aprendiste a leer? -le preguntó ella a él.
-Como todo el mundo -respondió el chico-. En la escuela.
-¿Y si sabes leer, por qué eres sóloun pastor?
El muchacho se disculpo para no responder a aquella pregunta. El tiempo fue pasando, y el muchacho comenzó a desear que aquel día no acabara para que el padre de la joven siguiera ocupado y que le mandase a esperar tres días. Se dio cuenta de que estaba sintiendo algo que nunca había sentido antes: las ganas de quedarse viviendo en una ciudad para siempre. Con la niña de cabellosnegros, para que esos días que ella viviese no sean iguales.
Desgraciadamente el comerciante llegó y le mandó a esquilar unas cuatro ovejas. Después le pagó y le pidió que regresara el próximo año.
Ahora faltaban apenas cuatro días para llegar nuevamente a la misma aldea. En dos años de recorrido por las planicies de Andalucía, él ya se conocía de memoria todas las ciudades de la región, y éstaera la gran razón de su vida: viajar. Estaba pensando en explicar esta vez a la chica por qué un simple pastor sabe leer: había estado hasta los dieciséis años en un seminario. Sus padres querían que él fuese cura, motivo de orgullo para una simple familia campesina que trabaja apenas para comida y agua, como sus ovejas. Estudió latín, español y teología. Pero desde niño soñaba con conocer el mundo,y esto era mucho más importante que conocer a Dios, y los pecados de los hombres. Cierta tarde, al visitar a su familia, había tomado coraje y había dicho a su padre que no quería ser cura. Quería viajar.
-Hombres de todo el mundo ya pasaron por esta aldea, hijo -dijo el padre-. Vienen en busca de cosas nuevas, pero continúan siendo las misas personas. Van hasta la colina para conocer elcastillo y creen que el pasado era mejor que el presente. Pueden tener los cabellos rubios o la piel oscura, pero son iguales a los hombres de nuestra aldea. Pero no conozco los castillos de las tierras de donde vienen -replico el muchacho. Estos hombres, cuando conocen nuestros campos y a nuestras mujeres, dice que les gustaría vivir siempre aquí -continuó el padre. Quiero conocer a las mujeres y a...