El Diario De Porfiria Bernal

Páginas: 30 (7476 palabras) Publicado: 4 de marzo de 2013
Relato de Miss Antonia Fielding
A Juli

Pocas personas creerán este relato. A veces habría que mentir para que la gente admitiera la verdad; esta triste reflexión la hacía en la infancia por razones fútiles, que ya he olvidado; ahora la hago por razones trascendentes. Las personas consideradas honestas, son muchas veces las insensibles, las que no se conmueven ante un destino complejo, o lasque saben con sumo sacrificio o habilidad mentir para hacerse respetar. No me encuentro en ninguna de estas categorías. Soy modestamente, torpemente honesta. Si llegué al borde del crimen, no fue por mi culpa: el no haberlo cometido no me vuelve menos desdichada.
Escribo para Ruth, mi hermana, y para Lilian, mi hermana de leche, cuyo afecto de infancia perdura a través de los años. Escribotambién para la conocida Society for Psychical Research; tal vez algo, en las siguientes páginas, pueda interesarle, pues investiga los hechos sobrenaturales. El primer presidente de esta sociedad, el profesor Henry Sidwick, fue uno de los mejores amigos de mi abuelo. Recuerdo haber oído en mi infancia muchos cuentos de hadas, pero ninguno me impresionó tanto ni me pareció tan misterioso como laconversación entre mi abuelo y Henry Sidwick, cuando hablaron de Eusapia Palladino y de Alexandre Aksakof, después de una comida veraniega, en el pequeño y hermoso jardín de nuestra casa. Escribo sobre todo para mí misma, por un deber de conciencia.
No quiero detenerme en ínfimas anécdotas de la infancia, sin duda superfluas. Ruth y Lilian las conocen, una porque es mi hermana y la otra porque es midilecta amiga. Me limitaré a declarar mi respeto por la Society for Psychical Research y a dedicarle este trabajo que encierra el fruto de una amarga experiencia. Pido perdón por la incorrección del estilo, por la falta esencial de claridad. Nunca supe escribir y ahora que me apremia el tiempo, me estremezco pensando en los errores que dejaré grabados en estas páginas, que jamás he de releer.
Mellamo Antonia Fielding, tengo treinta años, soy inglesa y el largo tiempo que pasé en la Argentina no modificó el perfume a espliego de mis pañuelos, mi incorrecta pronunciación castellana, mi carácter reservado, mi habilidad para los trabajos manuales (el dibujo y la acuarela) y esa facilidad que tengo para ruborizarme, como si me sintiese culpable Dios sabe de qué faltas que no he cometido (esto sedebe, más que a timidez, a una transparencia excesiva de la piel, que muchas amigas me han envidiado). Entre las dichas que el cielo me deparó están la salud y el optimismo que brillaron en mis ojos durante largos períodos de la juventud. Soy silenciosa y tal vez por ese motivo no parezco alegre como lo soy en realidad, o más bien lo fui. Para los que me ven de lejos soy hermosa: en el espejoaprecio lo necesaria que es la distancia para embellecer la asimetría de una cara. Frente a un espejo, en la infancia, deploré, llorando, mi fealdad.
No necesito, no puedo relatar todos los pormenores de mi vida. Conozco este país como si fuese mío, porque lo amo y porque leí, para conocerlo mejor, los libros de Hudson. Desde que llegué a la Argentina me sentí atraída por este paisaje, por estamúsica folklórica, tan española, por esta vida rural y por esta gente lánguida y a la vez bulliciosa. Tuve la suerte de poder viajar por las provincias, antes de verme obligada a trabajar como institutriz. (El Jardín de la República y las cataratas del Iguazú me impresionaron vivamente.)
No sufrí por mi difícil situación pecuniaria, ni por mi trabajo, que al principio me pareció, debo confesarlo,altamente romántico: he amado siempre a los niños, no con un sentimiento maternal, sino más bien con un sentimiento amistoso (como si tuviéramos yo y los niños la misma edad y los mismos gustos).
El primer día que desempeñé mi puesto de institutriz pensé con alegría que la vida me premiaba, obligándome de un modo inesperado a educar a niñas de acuerdo con mis íntimos ideales. No suponía que los...
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