el fedro
Fedro
Platón
Derrida en castellano
http://www.jacquesderrida.com.ar
FEDRO O SOBRE LA BELLEZA
SÓCRATES.—FEDRO
SÓCRATES.—Mi querido Fedro,
¿adónde vas y de dónde vienes?
FEDRO.—Vengo, Sócrates, de
casa de Lisias1, hijo de Céfalo, y voy o
pasearme fuera de muros; porque he
pasado toda la mañana sentado junto
o Lisias, y siguiendo el precepto de
Acumenos, tu amigo y mío, me paseo
por las vías públicas, porque dice que
proporcionan mayor recreo y
salubridad que las carreras en el
gimnasio.
SÓCRATES.—Tienes razón, ami‐
go mío; pera Lisias, por lo que veo,
estaba en la ciudad.
FEDRO.—Sí, en casa de
Epícrates, en esa casa que está próxima al templo de Zeus Olímpico,
la Moriquia2.
SÓCRATES.—¿Y cuál fue vuestra
conversación? Sin duda, Lisias te
regalaría algún discurso.
FEDRO.—Tú lo sabrás, si no te
apremia el tiempo, y si me acompañas
y me escuchas.
SÓCRATES.—¿Qué dices? ¿No
sabes, para hablar como Pindaro, que
no hay negocio que yo no abandone
por saber lo que ha pasado entre tú y
Lisias?
FEDRO.—Pues adelante.
SÓCRATES.—Habla pues.
FEDRO.—El verdad, Sócrates, el
negocio te afecta, porque el discurso
que nos ocupó por tan largo espacio,
no sé por qué casualidad rodó sobre
el amor. Lisias supone un hermoso
joven, solicitado, no por un hombre
enamorado, sino, y esto es lo más
sorprendente, por un hombre sin
amor, y sostiene que debe conceder
sus amores más bien al que no ama,
que al que ama.
SÓCRATES.—¡Oh!, es muy
amable. Debió sostener igualmente
que es preciso tener mayor
complacencia con la pobreza que con
la riqueza, con la ancianidad que con
la juventud, y lo mismo con todas las
desventajas que tengo yo y tienen
muchos otros. Sería ésta una idea magnífica y prestaría un servicio a los
intereses populares3. Así es que yo
ardo en deseos de escucharte y ya
Lisias nació en Atenas en 459 y murió en 379
a. de J. C.; perteneció al partido democrático
y fue desterrado a Megara durante la
oligarquía. Ésta condenó a muerte a su
hermano Polemarco y a su cuñado
Dionisidoro.
2 Casa llamada así de uno llamado Moriquia.
1 Sócrates tenía poca simpatía por la
democracia ateniense y así se burla de los
oradores populares.
3
/ 2 /
Derrida en castellano
http://www.jacquesderrida.com.ar
puedes alargar tu paseo hasta
Megara, y, conforme al método de
Heródico4, volver de nuevo, después
de tocar los muros de Atenas, que yo
no te abandonaré.
FEDRO.—¿Qué dices, bon‐
dadoso Sócrates? Un discurso que
Lisias, el más hábil de nuestros
escritores, ha trabajado por despacio
y en mucho tiempo, ¿podré yo, que
soy un pobre hombre, dártelo a
conocer de una manera digna de tan
gran orador? Estoy bien distante de
ello, y, sin embargo, preferiría este
talento a todo el oro del mundo.
SÓCRATES.—Fedro, si
no
conociese a Fedro, no me conocería a
mí mismo; pero le conozco. Estoy
bien seguro de que oyendo un
discurso de Lisias no ha podido
contentarse con una primera lectura,
sino que volviendo a la carga, habrá
pedido al autor que comenzara de
nuevo, y el autor le habrá dado gusto,
y, no satisfecho aún con esto,
concluiría por apoderarse del papel,
para volver a leer los pasajes que más
llamaran su atención. Y después de
haber pasado toda la mañana inmóvil
y atento a este estudio, fatigado ya,
habría salido a tomar el aire y a dar
un paseo, y mucho me engañaría, ¡por
el Can!, si no sabe ya de memoria
todo el discurso, a no ser que sea de
una extensión ...
Regístrate para leer el documento completo.