el gran libro
Mayor, y hasta me daba el gusto de asistir a fiestas populares. También acudía al hospital aayudar a las monjas con los enfermos y las víctimas de peste y cuchillo, porque desde joven me interesó el oficio de curar, no sabía que más tarde en la vida me sería indispensable, tal como lo seríael talento para la cocina y para encontrar agua. Como mi madre, nací con el don de ubicar agua subterránea. A menudo, a ella y a mí nos tocaba acompañar a un labriego -y a veces a un señor- al campopara indicarle dónde hacer el pozo. Es fácil, se sostiene con suavidad en las manos una varilla de árbol sano y se camina lentamente por el terreno, hasta que la varilla, al sentir la presencia deagua, se inclina. Allí se debe cavar. La gente decía que con ese talento mi madre y yo podíamos enriquecernos, porque un pozo en Extremadura es un tesoro, pero lo hacíamos siempre gratis, porque si secobra por ese favor, se pierde el don. Un día ese talento habría de servirme para salvar a un ejército.
Durante varios años recibí muy pocas noticias de mi marido, excepto tres breves mensajes...
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