El Hombreque Quiero Ser

EL HOMBRE QUE QUIERO SER (Por Pastor Ricardo Palomo Argüello)

“Mientras no se conoce el destino que se desea, el camino es indiferente. No vivas con tu vida como una bolsa llevada por el viento a donde quiera que vaya, porque entonces acabarás viviendo a veces en el aire a veces en la basura y acabarás en los lugares que nunca quisiste, convertido en el monstruo que no quieres ser. Dios teayudará a tomar las riendas de tu vida, Dios endereza los pasos de aquellos que deciden por donde caminar”.

Intro: El Jorobado que llegó a Caballero
En una casona vieja y agrietada, abandonada y ahora invadida por la maleza, vivía un desdichado hombre del cual las pocas personas también viejas y amargadas que quedaban en aquel pueblo casi desierto en medio de la nada, se burlaban y despreciabantodos los días. Cada mañana el hombre miraba en un espejo roto y manchado, aquel vergonzoso reflejo deforme con la enorme joroba en la espalda que le devolvía una sonrisa torcida y deprimente. Y también cada mañana el jorobado salía por la puerta reseca y caída de sus bisagras a la pequeña plaza empedrada de la villa desierta a mirar de cerca aquella enigmática estatua de mármol blanco que aúnpermanecía en pie en el medio. Con mirada triste se ponía de pie al lado del gigante de piedra y alzaba la mirada todos los días para mirar el hermoso porte de aquel caballero de espada, casco y armadura, inmortalizado en aquel monumento. El valeroso e imponente caballero miraba al horizonte erguido y recto con el pecho lleno de orgullo y con su mano poderosa sosteniendo con firmeza su larga espada,su vista desafiando el paso del tiempo.
* ¿Qué miras jorobado? ¿Es que tu también quieres ser caballero? Ja ja ja ¡Miren al jorobado! ¡No hay armaduras donde quepan tus jorobas mocoso! ¿Cuándo lo vas a entender?
Decían los viejos sentados en la plaza mirando con desprecio cómo el jorobado se esforzaba estirándose dolorosamente el cuello lo más que podía contra su joroba para poder ver bienla mirada de aquella estatua. Su mirada, eso era sin duda lo que más le gustaba de ella. Sin miedos, sin temores, sin avergonzarse de ninguna estúpida joroba.
Y todos los días también, el jorobado volvía cabizbajo, avergonzado, a su casa en ruinas a esconderse de las burlas de los viejos de la plaza, para el día siguiente volver a hacer lo mismo. Solo había un anciano que no sonreía. Apoyado ensu bastón, cada día miraba tras los barrotes de su ventana al jorobado y miraba su mirada ilusionada cuando veía a aquel caballero, la ilusión en sus pupilas y el dolor de su cuerpo cuando intentaba día a día ver un poco más aquellos ojos de mármol. Cada mañana el anciano más viejo, pero también más sabio que los burladores, veía volver llorando al jorobado a su casa, pero también asombrosamentelo veía a la mañana siguiente volver a mirar aquella estatua aunque ya sabía que nuevamente acabaría entre risas y burlas. Y cada mañana el sabio anciano tomaba su bastón y se metía a su despacho y escribía una carta después de ver al jorobado junto a la estatua.
Fue una mañana de otoño, el joven jorobado quitó la puerta, la apoyó en la pared agrietada y salió a la plaza, un frío viento soplóarrastrando las hojas secas a sus pies. La plaza estaba desierta. Caminó hasta los pies de la estatua y miró hacia arriba como siempre admirando a aquel hermoso joven caballero de piedra; cuando de pronto escuchó un carruaje detenerse en la entrada de la plaza. Una hermosa joven bajó con su largo vestido acompañada de sus damas. Su belleza era impresionante, pero en su bello rostro había prisa ydesesperación. Levantándose las faldas se apresuró a medio correr hacia el jorobado sin que éste pudiera hacer nada para huir de ella.
* ¡Sir Caballero, Sir caballero! ¡Por el amor de Dios, lléveme a casa se mi padre por favor! ¡Apresúrese mi Señor, póngase su armadura por Dios Santo que no lo alcanzaré antes de que su alma vaya a su descanso Sir Caballero!
Dijo la doncella señalando a los...