EL MARINERO

Páginas: 6 (1363 palabras) Publicado: 24 de noviembre de 2014
EL MARINERO DE AMSTERDAM
Guillaume Apollinaire (1880-1918)
 

 
El bergantín holandés Alkmaar volvía de Java cargado de especias y otras materias preciosas.
Hizo escala en Southampton y los marineros obtuvieron permiso para bajar a tierra.
Uno de ellos, Hendrijk Wersteeg, llevaba un mono sobre el hombro derecho, un papagayo sobre el izquierdo y,en bandolera, un bulto de telas indias quepensaba vender en la ciudad junto con los animales.
Era a comienzos de la primavera y la noche aún caía temprano. Hendrijk Wersteeg marchaba a buen paso por las calles algo neblinosas, que la luz de gas iluminaba apenas. El marinero pensaba en su próximo regreso a Amsterdam, en su madre, a quien llevaba tres años sin ver, en su novia, que lo aguardaba en Monikendam.
Calculaba cuánto dinero leproducirían los animales y las telas, y buscaba un comercio donde pudiera vender esas mercancías exóticas.
En Above Bar Street, un señor muy correcto lo detuvo para preguntarle si buscaba comprador para el papagayo.
–Este pájaro –dijo– me vendría muy bien. Necesito alguien que me hable sin que yo deba responderle, pues vivo solo.
Como la mayoría de los marineros holandeses, Hendrijk Wersteeghablaba inglés. Fijó un precio que el desconocido aceptó.
–Sígame –dijo éste–. Mi casa queda bastante lejos. Usted pondrá el papagayo en una jaula que tengo. Me mostrará usted sus telas y quizás encuentre alguna de mi gusto.
Contento de su inesperado éxito, Hendrijk Wersteeg siguió al gentleman, haciendo durante el camino el elogio de su mono, que, decía, era una especie muy rara, cuyos individuos seadaptan muy bien al clima de Inglaterra y que, además, se encariñan con los amos.
Hendrijk Wersteeg dejó al pronto de hablar. Estaba derrochando sus palabras, pues el desconocido no le respondía y ni siquiera parecía escucharlo.
Continuaron caminando en silencio. Nostálgicos de sus tropicales selvas natales, el mono –asustado por la niebla– soltaba un gemido de niño recién nacido, y el papagayobatía las alas.
Al cabo de una hora de marcha, el desconocido dijo bruscamente:
–Nos estamos acercando a mi casa.
Habían salido de la ciudad. El camino estaba bordeado por grandes parques cercados por verjas. De tanto en tanto, brillaban a través de los árboles las ventanas iluminadas de un cottage; a ratos, en la lejanía, sonaba en el mar
el grito siniestro de una sirena.
El desconocido sedetuvo ante la reja, sacó una llave del bolsillo y abrió una puerta que volvió a cerrar una vez que entró Hendrijk.
El marinero estaba impresionado. Apenas distinguía en el fondo del jardín una casita de bastante buen aspecto, pero cuyas persianas cerradas no dejaban filtrar ninguna luz.
El silencioso desconocido, la casa sin vida, todo eso era bastante lúgubre. Pero Hendrijk recordó que eldesconocido vivía solo. Es un extravagante –pensó–. Y como un marinero holandés no es lo bastante rico como para que alguien piense en desvalijarlo, se avergonzó de sus temores.


–Si tiene usted fósforos, alúmbreme –dijo el desconocido, introduciendo una llave en la cerradura de la puerta del cottage.
El marinero obedeció y, una vez adentro, el desconocido trajo una lámpara que iluminó una salaamueblada con gusto.
Hendrijk Wersteeg estaba ahora completamente tranquilo. Alimentaba la esperanza de que su extraño compañero le compraría buena parte de sus telas.
El desconocido, que había salido de la sala, volvió con una jaula:
–Ponga aquí el papagayo –dijo–. Sólo cuando se haya domesticado y sepa decir lo que quiero que diga le pondré sobre una percha.
Después de cerrar la jaula, en laque el pájaro quedó azorado, pidió al marinero que tomara la lámpara y pasara a la habitación vecina, donde había una mesa apropiada para desplegar las telas.
Hendrijk obedeció y entró en la habitación indicada. En seguida escuchó la puerta cerrarse tras él y la llave que giraba en la cerradura. Estaba preso.
Confundido, dejó la lámpara sobre la mesa y quiso arrojarse sobre la puerta para...
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