el paraiso en otra esquina

Páginas: 30 (7293 palabras) Publicado: 6 de junio de 2014
V. La sombra de Charles Fourier

Lyon, mayo y junio de 1844



Tanto en Chalon-sur-Saone como en Macon, donde estuvo la última semana de abril y los primeros días de mayo de 1844, la gira de Flora dependió casi
enteramente de la ayuda de sus amigos adversarios, los falansterianos o fourieristas. Se la brindaban con tanta generosidad que Flora tenía conflictos de conciencia.
¿Cómo hacerexplícitas, sin ofenderlos, las diferencias con esos discípulos del
fallecido Charles Fourier que la despedían y recibían en las estaciones de la
diligencia o en los puertos fluviales, y que se desvivían para facilitarle reuniones y
citas? Sin embargo, aunque la apenaba desilusionar a los fourieristas, no ocultó sus
críticas a sus teorías y conductas, que le parecían incompatibles con la tareaque la
ocupaba: la redención de la humanidad.
En Chalon-sur-Saone, los falansterianos organizaron, para el día siguiente de
su llegada, una reunión en el vasto local de la logia masónica La Perfecta Igualdad. Le
bastó una ojeada al atestado local, en el que se apiñaban doscientas personas, para
que se le viniera el alma a los pies. ¿No les habías escrito que las reuniones debían
ser siemprereducidas, treinta o cuarenta obreros a lo más? Un número pequeño
permitía el diálogo, la relación personal. Un público como éste era distante, frío,
incapaz de participar, obligado sólo a oír:
-Pero, madame, había una enorme curiosidad por escucharla. ¡Viene usted
precedida de tanta fama! -se excusó Lagrange, dirigente fourierisra en Chalon-sur-
Saone.
-La fama me importa un bledo, monsieurLagrange. Busco la eficacia. Y no
puedo ser eficaz si me dirijo a una masa anónima, invisible. A mí me gusta hablar a
seres humanos, y para eso necesito verles las caras, hacerles sentir que quiero
conversar con ellos, no imponerles mis ideas como el Papa a la grey católica.
Más grave que el número de oyentes era su composición social. Desde el
proscenio, decorado con un jarroncito de floresy una pared llena de símbolos masónicos,
mientras monsieur Lagrange la presentaba Flora descubrió que tres cuartas
partes de los asistentes eran patrones y sólo un tercio obreros. ¡Venir a Chalon-sur-
Saóne a predicar la Unión Obrera a los explotadores! Esos falansterianos no tenían
remedio, pese a la inteligencia y honestidad de un Victor Considérant, quien, desde la
muerte del maestro, en1837, presidía el movimiento fourierista. Su pecado original,
que abría un abismo infranqueable entre tú y ellos, era el mismo de los
sansimonianos: no creer en una revolución hecha por las víctimas del sistema. Ambos
desconfiaban de esas masas de ignaros y miserables, y, con ingenuidad angélica,
sostenían que la reforma de la sociedad se haría gracias a la buena voluntad y el
dinero de losburgueses iluminados por sus teorías.
Lo fantástico era que Victor Considérant y los suyos, todavía ahora, en 1844,
siguieran convencidos de ganar para su causa a ese puñado de ricos que, convertidos
al falansterianismo, financiarían «la revolución societaria». En 1826, su guía, Charles
El Paraíso en la otra esquina
Fourier, anunció en París, mediante avisos en la prensa, que todos los díasestaría en
su casa de Saint-Pierre Montmartre de doce a dos de la tarde, para explicar sus
proyectos de reforma social a un industrial o rentista de espíritu noble y justiciero
interesado en financiados. Once años después, el día de su muerte, en 1837, el
amable viejecito de eterna levita negra, corbata blanca y bondadosos ojos azules -te
entristecía recordarlo, Andaluza-, seguía esperando,puntualmente, de doce a dos, la
visita que nunca llegó. ¡Nunca! Ni un solo rico, ni un solo burgués se tomó la molestia
de ir a hacerle unas preguntas o escuchar sus proyectos para acabar con la
infelicidad humana. Y ninguna de las personalidades a las que escribió pidiéndoles
apoyo para sus planes -Bolívar, Chateaubriand, Lady Byron, el doctor Francia de
Paraguay, todos los ministros de la...
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