El poder y la imaginación de las mujeres

EL PODER DE LA IMAGINACIÓN DE LAS MUJERES

Luisa Güido Williamson

“A las feministas no nos interesa el poder”

Mito feminista
“Se necesita el empoderamiento para romper con un número de dicotomías que afectan a las mujeres: lo personal/colectivo, lo doméstico/público y lo material/ideológico. Las mujeres que están empoderadas deberán ser capaces de parar lo indeseable, transformar lasprácticas en curso y crear nuevas visiones”
Nelly Stromquist
“Luchar. Resistir. Cuando pregunta a los 1.800 delegados qué quedaría de la Revolución ‘si el imperialismo pudiera poner de rodillas a Cuba’, surge un alarido desde las butacas del Heredia:
-¡Fidel, antes la muerte!”
Como fue dicho en G. Orozco, Cuba Roja

Introducción: Cuba, la imaginación colectiva y los movimientos demujeres

Como algunos niños y adolescentes de mi generación, crecí entre La Noche de Tlatelolco de Poniatowska, y Cuba para principiantes de Rius. La exaltación que éste hacía de esa pequeña isla y las hazañas heroicas de sus dirigentes -en particular Fidel y el Che, desde luego- me parecían dolorosamente contrastantes con la realidad que Poniatowska describía en su relato, y me hizo, como a lageneración anterior a la mía, quienes fueron testigos de la saga y el triunfo revolucionarios, gran admiradora del pueblo cubano, como a mucha gente, engrosando las filas de románticos a los que la Revolución Cubana abrió el interés por estudiar las doctrinas marxistas, en las que supuestamente estaba basada.

Posteriormente, al triunfo de la Revolución sandinista, las ideas románticas sobre el papeldel guerrillero y la posibilidad de que sí, una revolución latinoamericana podría ser posible siguiendo el ejemplo de Cuba, se afianzaron para constituir parte muy importante acerca de la motivación para la militancia de muchos de nosotros.

Cancelada la vieja utopía, no sé bien si llamarla estalinista, entre las generaciones que se criaron en medio de este sueño cundió la desesperanza, y, enocasiones, según pude observarlo entre mis compañeros que antaño habían sido los más recalcitrantes defensores del sistema soviético, el cinismo. Sin duda, la desilusión, tan grande como desorientadora, alimentada por ideas triunfalistas sobre “el fin de la historia y de las ideologías”, hizo su parte para condenar, con la misma pasión con que antaño se ensalzaba, a la tan traída y llevadaRevolución Cubana, y, sobre todo, a su líder. Si, como ya se expresó, siempre han habido críticos, “objetivos” o no, en los últimos tiempos parece haber una condena más o menos generalizada (incluyendo a Rius, el autor que me introdujo a este tema, uno de los más románticos, y, si se quiere, ingenuos).

Y, sin embargo, se mueve, diríamos nosotros, los de nuestra generación. Cuando “cayó” el últimosatélite soviético, Rumania, todos se apresuraron a presenciar la caída de Cuba. Y eso no ocurrió.

De todo esto, uno aprende que no hay absolutos históricos, y que, a más de la perplejidad y fascinación que sigue suscitando Cuba, uno también aprende que, a más de llegar a la descalificación cínica que priva entre algunos viejos comunistas, tampoco vale el desaforado romanticismo y la justificaciónsimple e ingenua en donde hay, tan sencillo, blancos y negros, que caracterizó también a mi generación sandinista. Indudablemente, el tema de Cuba y la Revolución castrista es algo mucho más complejo que todo esto, considerando que puede, de hecho, constituir un caso único, no sólo en el contexto latinoamericano, y no precisamente por la cantidad de años que Castro lleva en el poder, (como hasta hacepoco el omnipresente Kim Il Sung), ni por el formidable aparato de propaganda, al estilo Tito, sino por la increíble presión que entre todos han tenido que padecer y la más aún increíble resistencia que, nuevamente entre todos, han opuesto en todos sentidos, dentro de un proceso histórico que va más allá de una idea de poder de tipo mesiánico, tan común en Latinoamérica y que se ha sostenido...