El Rey De La Habana

El rey de La Habana
Pedro Juan Gutierrez

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Somos lo que hay,
lo que le gusta a la gente,
lo que se vende como pan caliente,
lo que se agota en el mercado.
Somos lo m´ximo.
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MANOL´ EL MEDICO DE LA SALSA
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El subdesarrollo es la incapacidad de acumular experiencia
EDMUNDO DESNOES
T´ no juegues conmigo que yo s´ como candela.
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CANCION CUBANA

Aquelpedazo de azotea era el m´s puerco de todo el edificio. Cuando comenz´ la crisis en 1990 ella perdi´
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su trabajo de limpiapisos. Entonces hizo como muchos: busc´ pollos, un cerdo y unas palomas. Hizo unas jaulas
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con tablas podridas, pedazos de latas, trozos de cabillas de acero, alambres. Com´ algunos y vend´ otros.
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Sobreviv´ en medio de la mierda y la peste de los animales. Aveces al edificio no llegaba agua durante muchos
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d´ Entonces vociferaba a los muchachos, los despertaba de madrugada, y a golpes y empujones los obligaba
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a bajar los cuatro pisos y subir por la escalera unos cuantos cubos, de un pozo que incre´
ıblemente estaba en la
esquina, cubierto con una tapa de alcantarillado.
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Los ninos ten´ entonces nueve y diez anos. Reynaldo, el m´spequeno, era tranquilo y silencioso. Nelson, m´s
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fogoso, se rebelaba siempre y a veces le gritaba enfurecido:
￿¡No me grites m´s, cojones! ¿Qu´ tu quieres?
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Ella era coja de la pata derecha y un poco fronteriza o tonta. No andaba bien de la cabeza. Desde nina. Quiz´s
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de nacimiento. Su madre viv´ tambi´n con ellos. Tendr´ unos cien anos, o m´s, nadie sab´ Todos enun cuarto
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derruido de tres por cuatro metros, y un pedazo de azotea al aire libre. La vieja llevaba anos sin banarse. Muy flaca
de tanta hambre. Una vida largu´
ısima de hambre y miseria permanente. Estaba encartonada. No hablaba. Parec´
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una momia silenciosa, esquel´tica, cubierta de suciedad. Se mov´ poco o nada. Sin hablar jam´s. S´lo miraba a su
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hijamedio tonta y a sus dos nietos d´ndose palos por la cabeza mutuamente y ofendi´ndose en medio del cacareo
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de las gallinas y los ladridos de los perros. ￿Esos son locos￿, dec´ los vecinos. Y nadie interven´ en aquellas
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broncas continuas.
A veces encend´ un cigarrillo y se recostaba en la baranda de la azotea, a mirar a la calle, a pensar en Adalberto.
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De joven tuvo decenas dehombres. Le gustaba excitarlos. De cualquier edad. Algunos le dec´ ￿Oye, boba, ven
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y dame una mama´ Te voy a dar dos pesos si me la mamas￿, y all´ iba: a chupar. Algunos le daban dinero.
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Otros no. Le soltaban la leche y le dec´ ￿Esp´rame aqu´ no te vayas que vengo enseguida￿, y se perd´ Con
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Adalberto fue distinto. Los ninos son de ´l, pero el muy cabr´nnunca quiso vivir con ellos en la azotea, y cuando la
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vio embarazada por segunda vez desapareci´ para siempre. Ahora ya est´ medio viejuca, monga, apestosa a rayo,
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coja de una pata, mun´ndose de hambre. Sacaba su cuenta y conclu´ ￿¿Qui´n cono se me va a acercar? Si yo
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lo que tengo es ganas de morirme.￿ Pensaba as´ y se enfurec´ consigo misma. Arrojaba el cigarrillo a lacalle y,
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desesperada, gritaba a los muchachos:
￿¡Rey, Nelson, bajen a buscar aguaaaa! ¡Repinga, bajen a buscar aguaaaa!
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Los ninos obedec´
ıan. A reganadientes pero obedec´
ıan. Al menos ya no los encerraba en un closet oscuro y
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pequeno durante d´ Desde muy pequenos hasta que tuvieron siete anos, los met´ en aquel lugar humedo, lleno
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de tuber´ ycucarachas. Sin raz´n. S´lo para alejarlos de la vista. Los ninos se aterraban porque cuando entraban
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en el encierro pod´ pasar uno, dos y hasta tres d´ sin comer, lamiendo la humedad de los tubos. Otras veces los
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zambull´ de golpe en un tanque de agua, grit´ndoles que se callaran y no jodier´n m´s. Del susto los muchachos
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se callaban. A veces los hund´ en el agua y...