El Umbral. La Época De Las Catedrales.

LA ÉPOCA DE LAS CATEDRALES. ARTE Y SOCIEDAD, 980 – 1.420.
CAPÍTULO 4: “EL UMBRAL”
RESUMEN:
La espiritualidad monástica es un ir y venir entre los deseos puramente carnales y la necesidad de vislumbrar a Dios. Los hombres de la Iglesia, pueden ser sabios, pero por muy sabios que sean sin la fe no pueden llegar al saber verdadero. Otra forma de ser conocedores de este oculto saber es a través dela música y la liturgia, así como con el arte. Las dos primeras están a la altura de unos pocos, a los que la lectura y demás sensaciones les hacen artífices de la verdad, pero es el arte el que trasmite tanto a letrados como a iletrados este sentimiento que de alguna manera nos hace llegar a Dios.
El oficio divino en los monasterios se desarrollaba según dos círculos concéntricos. Primero aquelque todos los días describía el canto de los salmos y el otro ciclo, anual, se organizaba alrededor de la fiesta de Pascua. Esta repetición diaria y anual de las plegarias anulaba cada destino personal y suprimía la conciencia de un crecimiento o de una decadencia. Pero en el momento que Dios creó el mundo, dejo atrás la eternidad y estableció al ser humano y a el mismo en un mismo tiempo ydestino rectilíneo.
El sentimiento de avance y el estremecimiento del que fue presa en aquel siglo la civilización occidental, hicieron que ésta se dinamizara. La primera impresión, cuando se recogen testimonios de la Europa del año 1000, es la de la partida, la de los peregrinos, mercaderes, campesinos, la partida de los cruzados y la migración de las prostitutas. Los monjes, sin embargo, encerradosen sus claustros se esforzaban por interpretar la historia. Escribirla es una de sus funciones específicas. Los monjes llevan la crónica del presente y rememoran los hechos del pasado. La historia ofrece una imagen del hombre, es decir, una imagen de Dios. La Sagrada escritura, que no se diferencia de una historia, es una ascensión progresiva. La significación de su historia debe servir paraprepararla para el tránsito final, correspondiente a aquellos que oran.
Las anticipaciones de la revelación, el hombre las descubre en las Escrituras. La cristiandad del siglo XI se consagra a representar lo que, muy pronto, va a desplegarse ante sus ojos. La existencia de Cristo es, en efecto, una historia. Cada uno de sus episodios narra el camino que conduce a la salvación, pero este relatoevangélico es terrestre, en el se habla de una gruta, de peces… En casi su totalidad se desarrolla a ras de tierra, entre los hombres. Los sinópticos no esperan que se les hable de la pobreza sino de la gloria. Se nutren con espejismos. El arte sagrado del siglo XI se esfuerza por condensar las enseñanzas del evangelio en pocos signos, aleja a Jesús de los hombres, este no aparece como un hermano sinocomo el amo y señor que domina y juzga. Los apóstoles románicos viven en un universo invisible, el del Pantocrátor presidiendo el ábside en Cluny o el Tahull. Pero estos no provienen de los Evangelios sino del Apocalipsis. Es decir, del deslumbramiento. En ninguna otra parte de las Escrituras aparecen tantos indicios de la estructuras del mundo futuro, ni descripciones tan exaltantes de “la ciudadsanta, Jerusalén, de su luminosidad semejante a una piedra preciosa, cual el jaspe que se acerca al cristal. La cual está compuesta al mismo tiempo por los ciudadanos angélicos y por una multitud de hombres. Los unos reinan los otros aspiran a hacerlo, la ciudad de Dios y la ciudad terrestre se comunican entre sí.
El arte del siglo XI traduce la esperanza de los hombres, este arte no pretendetraducir la realidad sensible, pero tampoco es un arte abstracto. El artista extrae su inspiración de las formas naturales. Lo que quiere representar es el absoluto. Semejante meta responde a la misión que tenía el medio monástico. La función del monasterio no consiste solamente en elevar a Dios las alabanzas que se le deben, sino también en preparara para la resurrección a todos los hombres. Los...