Errico Malatesta y la violencia revolucionaria
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Errico Malatesta y la violencia revolucionaria
Alfredo M. Bonanno
Introducción
Nada mejor que la lectura de mis intervenciones sobre Malatesta en el encuentro anarquista de Nápoles, en diciembre de 2003, para entender cómo cada intención de justificar o condenar el concepto de violencia revolucionaria es, a priori, unabatalla perdida. La violencia revolucionaria no necesita mis justificaciones y no puede ser vilipendiada por ningún tipo de condena, aún viniendo esta de las mismas filas anarquistas. A fin de cuentas, el pacifismo también es un falso problema y no merece ser refutado recurriendo a demasiadas palabras. Mi esfuerzo no tenía, ni tiene aquí, en esta sede, la intención de proporcionar justificaciones a laviolencia revolucionaria. Solo quería, y quiero, proporcionar una contribución al pensamiento y a la actividad revolucionaria de Errico Malatesta. Muy a menudo se han dicho muchas cosas infundadas, y muy a menudo también se ha identificado a este anarquista con movimientos y hasta con partidos y es que, de buen revolucionario que era, Malatesta no se preocupaba por ordenar sus papeles y resolvía losproblemas a medida que se 5
presentaban, buscando la respuesta en la confrontación social y no en silogismos teóricos. La guerra social continúa, la violencia revolucionaria es, simplemente, la expresión que más fácilmente se percibe, pero no la única, y según el punto de vista tampoco la más importante. Confío estas páginas al cuidado del lector. Haga de ellas un buen uso, pero no espereobtener de ellas lo que no les pueden dar. La cita más importante es siempre en las barricadas. Trieste, 26 de noviembre de 2008 Alfredo M. Bonanno
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Renunciar a la violencia liberadora, cuando esta es la única manera de poner fin al sufrimiento diario de las masas y a las crueles tragedias que azotan la humanidad, sería responsabilizarse de los odios que se lamentan y de los males que del odiosurgen. Errico Malatesta
Malatesta y el concepto de violencia revolucionaria
No soy un historiador, pues entonces no hablaré como tal. Mi interés por Malatesta empezó hace ya más de 30 años, cuando me encargué de la edición comentada de «La anarquía». La lectura de los textos más conocidos de Malatesta y de la antología editada por Richards despertó mi curiosidad. Me sorprendió encontrarmedelante de un anarquista que no recurría ni al cómodo sentido común de quien quiere ser comprendido por las masas, ni al pomposo lenguaje de quien conoce sin admitirlo la influencia de la vanguardia literaria y filosófica. Malatesta me pareció un hombre informado y que carecía de esa intención a menudo arrogante y obstinada de impresionar al oyente. Pero lo que más me impresionó fue su lenguaje,simple y eficaz. Su razonamiento sosegado pero persuasivo. Frente a un Galleani que me llenaba el oído de sonidos rebuscados o de un 9
Schicchi que recurría a una retórica para mí innecesaria, Malatesta se presentaba como un hombre concreto, un revolucionario que quería destruir pero también construir, que poseía una cultura considerable pero que no quería exhibirla si no era necesario.Profundizando en la lectura de sus escritos, me pareció oportuno reflexionar sobre los procesos que conducen a la construcción de un líder. Nada en Malatesta reclamaba a esta infausta designación y, aún así, el comportamiento de los compañeros, incluso más que el de sus adversarios, lo encerraba en esa incomoda armadura. Recuerdo haber leído en algún lugar algo sobre un Lenin italiano, pero la memoria me...
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