Escritos sobre la historia del teatro en mexico
Corroboré que la dramaturgia se cuenta entre lo que envejece más rápido y en ello hay que pensar cuando juzgamos a Usigli: en el teatro, si no sé es Sófocles o Shakespeare, el tiempo se torna una inclemente medidade todas las cosas. Hasta un George Bernard Shaw, el ídolo de Usigli, ha ido desapareciendo de los escenarios. Aparece actualmente como una extravagancia aquella opinión de Borges (a quien solemos darle toda la autoridad) de que Shaw fue el único escritor de su época que, en vez de deleitarse con las flaquezas de la condición humana, se dedicó a crear héroes.
Gesto político y retratoantihistórico, El gesticulador (1938), la más célebre de sus obras, vale como la fotografía que capta en su esplendor al autoritarismo del partido de la Revolución Mexicana, que tuvo en Usigli al crítico (o al criticón) que acabó por refugiarse (no muy cómodamente) en las lejanas embajadas de Beirut y Oslo. Pero más allá del contexto (y de los honores que éste exige), esa "Pieza para demagogos" es depenosa lectura, una rudimentaria trama de impostura, en la cual un apocado historiador se las arregla para hacerse pasar por un desaparecido y heroico general revolucionario, ocurrencia que le será fatal al farsante. Es mejor (o dice mucho más) el título que la obra entera, representación de un mundo que parece esquemático y prehistórico, una caricatura inquietantemente cercana al México del PRI quemostraban las historietas de Rius.
Usigli —como lo recuerda uno de sus primeros y más eficaces valedores, José Emilio Pacheco— sabía que al rechazar el camino del "absurdismo", abierto por él mismo en La última puerta (1934-1935), estaba perdiendo la oportunidad de convertir el laberinto del poder mexicano en lo que poco después empezaría a llamarse lo kafkiano. En esa dirección, me temo queEl gesticulador —y el "Epílogo sobre la hipocresía del mexicano" que lo acompaña— sólo valen como prolegómenos de esa averiguación compulsiva de la mexicanidad que atribuló al medio siglo. Si bien El gesticulador se adelanta a Gabriel Zaid en el retrato de la enrevesada voluntad de poder del intelectual universitario, lo más justo sería situar a Usigli, con Daniel Cosío Villegas, José Revueltas yOctavio Paz, entre la intelectualidad que, en los años cuarenta, se lamentaba del destino de la Revolución Mexicana en tanto que revolución traicionada cuyos trascendentales valores sociales habían sido desvirtuados, negados y corrompidos por los demagogos oficiales.
No me atrevería a juzgar las comedias de Usigli, y no se si pueda extenderse contra ellas la censura que convierte a ciertorealismo en costumbrismo, vestigio de un mundo desaparecido. Mayor miga tiene el examen de "las tres coronas", el gran esfuerzo de Usigli por interpretar dramáticamente la historia de México. Corona de sombra (1943), la pieza sobre los emperadores Maximiliano y Carlota, es la más lograda. No podía ser de otra manera, pues no sólo el archiduque austríaco llena de encanto y melancolía cuanto toca,sino que desde la Antigüedad se sabe que el tema histórico concede majestad a todo lo que carece de ella. Como argumentos paralelos del drama corren la ausencia presente del presidente Benito Juárez (que Usigli tomó del Juárez y Maximiliano de Franz Werfel) y la locura de Carlota (lección usigliana que Fernando Del Paso desarrolló en Noticias del imperio). El afecto liberal y romántico que los...
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