Farmaceutico
Nunca se la veía antes de las doce, ni jamás nadie oyó, en la aventura de seguirla, las campanadas del alba a las cuatro de la madrugada.
¿De dónde salía la tapada?Nunca se supo; pero el trasnochador de doce y pico que se entretuviese por alguno de los callejones, de Alonzo o la Cruz, del Ahorcado o la Valeria, el Descomulgado o la Curtiembre, por Chíguere o laEncrucijada, y pasando las ruinas de la Muralla por donde hoy es Junín, tomase hacia el Bajo, de seguro que el rato menos pensado tenía andando delante de sí, a dos varas invariables, siempre como alalcance de la mano pero nunca alcanzable, a una mujer de gentilísimo andar, cuerpo esbeltísimo, y que aunque siempre cubierta la cabeza con mantilla, manta o velo, revelaba su juventud y su belleza ya cuyo paso quedaba un ambiente de suavísimo perfume a nardos o violetas, reseda o galán de noche.
Todo galanteador, fuese viejo verde o joven sarmiento, sentíase irresistiblemente atraído y comomedio anímicamente inspirado para dirigirle los piropos. Y ella delante y él detrás, camina y camina, sin que ella alterara su ritmo; pero sin dejarse nunca alcanzar ni disminuir la distancia de unavara a lo sumo; pues bajo no se sabía qué influencia, el acosador no podía avanzar a franquear esa distancia.
Y camina, camina, la damita cruzaba célebre con la pericia de una buena conocedora delos vericuetos, siempre por callejones y encrucijadas, sin franquearse a calles anchas. Zas... zas... las almidonadas de su pollera unas veces. Suas... suas... suas... suas... los restregos de sussayas de tafetán otras, pues nunca se repetían sus trajes, salvo la manta o el velo.
Sólo pequeños esguinces de su gallarda cabeza, como animando a seguirla; sólo algo así como el eco imperceptible de...
Regístrate para leer el documento completo.