Flor de invierno relato corto

Una historia de familia


Recuerdo una historia, que se viene contando en la familia desde hace muchas generaciones. A mí, me la contó hace años mi abuela, una mujer en aquella época, para un niño como yo vieja, siempre enlutada, de cara pálida y semblante severo, esculpido por los duros años de la postguerra, pero con una sonrisa y una vitalidad que se contagiaba más rápido que el sarampióny hacía imposible no estar feliz a su lado. La Historia comienza así:

Hace muchos años, aún no había nacido el siglo XIX, un joven quijote, inició una aventura en busca de un sueño. Inició un peregrinar y dejó que sus pies fueran su guía. Caminó sin descanso, sendas, campos, montes, ríos. El hambre, la fatiga, las inclemencias meteorológicas y la soledad, no hacían mella en él. Él Habíanacido veintiún años atrás, en una lejana tierra del interior, tan fría y dura como fuerte era su arrojo. Su piel era blanca como la nieve que le rodeaba. Una melena castaña despeinada por el viento, caía sobre su cara, escondiendo sus grandes ojos grises y vivos. Su cuerpo fuerte, cubierto por viejos y jironados ropajes, apenas albergaba energía tras el largo viaje. No viene al caso todas lasvicisitudes que le sucedieron por el camino hasta llegar aquí, pero un buen día de febrero, de un invierno, antiguo, en aquellos lejanos días, donde la cálida Murcia no existía y se cebaba en ésta una cruenta estación, que cubría la tierra con su pálido manto invernal, una ventisca sorprendió al muchacho. En su cabeza, tenaz la ilusión se hacía fuerte, poder llegar al mar, contemplarlo durante díasinmóvil, ver el alba y el crepúsculo y finalmente poder establecer allí su casa y vivir junto a su azul quimera para siempre.

El mal tiempo arreció, la niebla, el viento y la nieve, mermaron sus fuerzas y finalmente sucumbió ante los envites de Uller (dios nórdico del invierno). Con dificultad logró refugiarse debajo de una encina cercana, en un perdido lugar. Sacó de su alforja una manta y bajoel abrigo del las tupidas ramas de aquel árbol, dejo pasar la tormenta.

Sentado junto aquel enorme tronco, oculto tras las hojas, el joven observó algo junto al camino, algo minúsculo, pero que rompía la nívea monotonía que la ventisca había dejado. Un brote, una minúscula yema, ennegrecida por el frío, se oponía a la tiranía blanca. Observó como ratoncillos, zorros y demás animales, pasabanindiferentes junto a ella. Nadie apreciaba su obstinado tesón por sobrevivir ante tanta adversidad, nadie salvo él, que había recorrido centenares de kilómetros, solo, bajo el duro invierno, hasta llegar a aquel desolado páramo.

Sacó su cuchillo de la alforja y cortó un pequeño trozo de su manta, salió de su refugio y fue donde aquella pequeña yema intentaba resistir. Con sus manos, apartó lanieve de alrededor. Buscó ramas y con estás formó una pequeña tienda, que sirviera a aquel retoño de protección y abrigo. Ese acto de heroicidad, tocó su corazón, hasta el punto que decidió posponer unos días su sueño, y así, se dijo, esperar a jornadas más propicias para proseguir con su camino.

Pese a ese duro tiempo y a todas las penurias que tenía que soportar, durante muchos días la cuidó,la protegió del frío y las tormentas. Cuando aparecía el sol, rápidamente desarmaba su improvisada tienda y permitía que éste la bañase con sus cálidos rayos. El muchacho, se sentaba junto a ella y comenzaba a hablarle, le contaba historias que había ido aprendiendo durante su viaje. No pasaba ni un solo día que no charlaran. Ella no decía nada, pero algunas noches, él, entre el murmullo delviento, creía escuchar como pronunciaba su nombre.

Febrero avanzó y la ennegrecida envoltura dio paso a un verde intenso. El joven, cada vez, estaba más orgulloso del resultado de sus cuidados, su yemita comenzaba a crecer, pese a que aún la nieve y el frío seguían allí instalados. Un delgado tallo comenzó a elevarse. Deseaba que no se hiciera de noche y de que amaneciera pronto para poder verla....