Francisco hermógenes ramos mexía. el hereje de las pampas
2ª Jornadas de Historia del Conurbano Sur Bonaerense
Arq. Dr. Alberto S. J. de Paula
En el año del Bicentenario de la Patria
Francisco Hermógenes Ramos Mexía
El Hereje de las Pampas
[pic]
Gabriel Muscillo
Agosto de 2010
1. Introducción
Entre los personajes de la llamada Generación de Mayo, hay algunos que, porencajar malamente en la narración épica – que de aquellas jornadas fundacionales fraguaron los cronistas ad hoc – fueron, en principio, tratados con desdeñosa condescendencia; silenciados luego, o descartados, por historiadores interesados, apresurados o simplemente indolentes; condenados, finalmente, al impiadoso limbo del olvido. Así, desterrados de las efemérides oficiales, ausentes de los programasescolares, negados por los manuales de Grosso y Cosmelli Ibáñez, sin acceso al mármol y al bronce, y sin lugar, no ya en la topografía callejera de nuestras grandes ciudades, sino incluso en la iconografía naïf del Billiken, nada son para el común de las gentes; e incluso para el erudito, habituado a rebuscar documentos en polvorientos archivos, apenas pasan de ser, a menudo, no más que un nombrey un par de fechas. El rastro de sus andanzas, el eco de su voz, los vestigios de su obra, están dispersos (en periódicos de época, cartas, diarios personales, relatos de viajeros y semblanzas de chismosos), aguardando a aquel que manifieste la voluntad o la intrepidez de reunirlos, ordenarlos, llenar las obligadas lagunas usando datos de otras fuentes, y rematar buenamente con la serie deinferencias a que autorice semejante tarea.
Tal es el caso de Don Francisco Hermógenes Ramos Mexía. Y de este trabajo, que pretende rescatar la memoria de sus hechos, descifrar la secreta motivación que los animó, y bosquejar, por fin, un somero análisis de los escritos en que justificó intenciones, defendió logros… y los proyectó decididamente hacia un futuro que avizoró fantástico y terrible,pleno, a la vez, de esperanza y de temor.
He aquí las páginas, que ofrezco como resumen del libro, más amplio y concienzudo, que sin duda merece el Hereje de las Pampas.
2. Lacunza y Belgrano: los dos Manueles
Para comenzar, debemos exponer a la atención del lector un curiosísimo texto de 1790, pero del que se conocían ya importantes fragmentos desde 1785: La Venida delMesías en Gloria y Majestad, que causó gran alboroto en la soñolienta y pacata sociedad colonial, despertando las suspicacias de la Inquisición, la cual, en 1824, lo colocó en el tenebroso Index de Iibros prohibidos.[1] Junto con él, su autor: un jesuita chileno, llamado Manuel de Lacunza (1731-1801), que terminó sus días desterrado en Italia, y de forma harto misteriosa. Dio punto final a su obraprecisamente allí, en Imola. Once años antes de ser hallado flotando, boca abajo, en un canal de riego. Las autoridades supusieron que, paseando al atardecer, tal como solía, resbaló accidentalmente, cayó al zanjón, su cabeza golpeó contra una piedra del fondo… e, inconsciente, se ahogó… en treinta centímetros de agua. Había invertido en el libro que dejaba tras de sí los diecisiete arduos años de suexilio.[2] Son 1500 páginas de profunda exégesis del Apocalipsis y los escritos proféticos. Con una tajante conclusión: la inminencia de la segunda venida de Jesús. Lo hará, afirmó, “con sus millares de Santos ya resucitados”. Entonces comenzará el Reino terrestre del Hijo, desde una Nueva Jerusalén, por espacio de mil años. Esto importa no sólo una afirmación milenarista, sino la necesidad dedos resurrecciones: “una, de los Santos que vienen con Cristo; otra, mucho después, de todo el resto de los hombres.”[3] Cree el jesuita, además, que el Anticristo no será un hombre, sino un colectivo, “un cuerpo moral, compuesto de innumerables individuos diversos y distantes entre sí, pero… animados de un mismo espíritu”.[4]
Sin duda Lacunza comprendió que el asunto era demasiado...
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