Galeano Eduardo Y Horna Luis La Piedra Arde

Páginas: 6 (1430 palabras) Publicado: 20 de mayo de 2015
Eduardo Galeano

LA PIEDRA ARDE
Ilustraciones de Luis de Horna

Quinta edición: diciembre de 1993
© Lóguez Ediciones
Ctra. de Madrid, 90. Santa Marta. Salamanca
Maqueta: Luis de Horna
ISBN: 84-85334-07-8
Depósito legal: S. 781-1993
Printed in Spain: Josmar. S. A.
Polígono El Montalvo – Salamanca
Edición digital: Adrastea, Agosto 2008

Eduardo Galeano

La piedra arde

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Eduardo Galeano

Lapiedra arde

En la comarca de Pueblo Niebla vivía un viejo sólito y solo.
El viejo hacía cestas de mimbre y zapatillas de cáñamo. Las
regalaba a los vecinos y se ofendía si querían pagarle. Él se ganaba
la vida como guardián de los huertos.
El viejo había venido de un lugar muy lejano y nunca hablaba de
su vida.
Nadie se animaba a preguntarle: «¿Siempre fuiste tan viejo?», ni
a preguntarle: «¿Siemprefuiste tan feo?».
El viejo andaba encorvado y cojeaba de una pierna. Era muy
blanco el poco pelo que le quedaba. Una cicatriz le atravesaba la
mejilla. Tenía la nariz torcida y cuando se reía abría una ventana,
porque le faltaban los dientes de arriba.

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La piedra arde

Una noche de otoño, un niño llamado Carasucia saltó la tapia de
un huerto. Iba a robar manzanas.
Carasuciano tuvo suerte. Cuando estaba por escapar, resbaló y
quedó colgado de un clavo de la tapia. Las manzanas rodaron por el
suelo. Carasucia cayó sobre un matorral lleno de espinas. Gritó.

El viejo guardián no le azotó el culo con ortigas. Tampoco lo
denunció ante la madre. Un jirón de tela colgaba, como un rabo de
oveja, del pantalón roto de Carasucia. El viejo guardián ni siquiera
lo regañó. Meneóla cabeza, gruñó, le lavó los arañazos de los brazos
y las piernas y acompañó a Carasucia hasta la puerta de su casa sin
decir una palabra.
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La piedra arde

Pocos días después, Carasucia se perdió en el bosque. Caminaba
y caminaba y por más que caminaba no podía encontrar la salida.
El techo de árboles apenas dejaba ver el cielo. Carasucia
marchaba enredándose en los ramajes ychapoteando en el barro,
cuando vio una piedra brillante. La piedra brillaba aunque estaba
cubierta de musgo y de barro. Muerto de cansancio, Carasucia se
sentó en la piedra. O quiso sentarse, mejor dicho, porque no bien
apoyó el trasero, pegó un salto y lanzó un grito de dolor. ¡Pobre
Carasucia! Pocos días antes, había caído sobre las espinas del
matorral. Ahora, se había sentado en el aguijón deuna avispa.
Pero no. No había ninguna avispa. La culpa era de la piedra, que
quemaba como carbón encendido.
Hecho una furia, Carasucia la pateó.

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La piedra arde

Cuando el zapato raspó la piedra, unas pequeñas letras
aparecieron. La boca de Carasucia quedó como una O.
Entonces Carasucia, que era un niño curioso, restregó la piedra
con una rama. La piedra ardiente daba cada vezmás luz mientras
Carasucia le iba quitando el barro y el musgo.
Por fin, Carasucia pudo leer estas palabras en la piedra desnuda:
Joven serás, si eres viejito,
partiéndome en pedacitos.

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La piedra arde

Carasucia, que no era viejito, pensó: «Si parto la piedra, ¿qué?
Seré un bebé de pecho y no sabré caminar. ¿Y después? ¡Ah, no! ¡Eso
sí que no! ¡Tendré que empezar la escuelade nuevo! ¡Al primer
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La piedra arde

curso otra vez!». Y también pensó: «¡Qué mala suerte! ¡Encuentro
una piedra mágica y no me sirve para nada!».

Entonces recordó al viejo guardián del huerto, que había sido
bueno con él y era bueno con todos los demás.
¡El viejo bailará como un trompo y saltará como una pulga y
volará como un pájaro! ¡No volverá a toser! ¡Tendrá laspiernas
sanas y una cara sin tajos y una boca con todos los dientes!

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La piedra arde

Con tan asombroso descubrimiento, Carasucia había olvidado su
situación. «Es muy tarde», descubrió de pronto, y sintió miedo.
Para darse coraje, habló en voz alta. Al escuchar su propia voz,
sintió menos miedo. Hablar en voz alta ayuda mucho cuando uno
está perdido y solo y siente miedo. Carasucia...
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