Sin embargo en esa epoca sufrieron consecuencia, Vargas Vila dijo de Castro en su obra Los Césares de la Decadencia: “muy joven fue nombrado Diputado alCongreso Nacional y, llegó a él ignorante como un sármata de Gabinus e impetuoso como el caballo de Atila. Tuvo la elocuencia de un bárbaro, unida a laaudacia de un beduino. En aquel Parlamento, donde aún se conservaban las formas de la vieja austeridad tribunicia, que Fermín Toro había sabido hacerilustre con su elocuencia, y Santos Michelena había querido hacer heroica con su martirio, Cipriano Castro entró como una ráfaga venida de la selva, llena degritos bárbaros y confusos. Su verbo extraño, lleno de giros salvajes y de figuras desconcertantes, tomadas en plena naturaleza virgen, asombró al Congreso,que creyó loco aquel diputado venido de las sierras, con ese lenguaje rebelde a toda retórica y aquellos gestos que no tenían igual en ninguna mímica.Fueun huracán de hilaridad. Cipriano Castro asesinó la seriedad del Congreso, años antes de asesinar su libertad. …… Merced a él, los trabajosparlamentarios perdieron todo su enojo. Con él se entró en plena jocundia. Se deseaba oírlo para sacudir los pensamientos graves y salir del reinado de las leyes y dellenguaje. Una atmósfera de alegría lo circundaba: fue un específico admirable contra la melancolía. Imaginemos un mono, que tuviese en la garganta unpapagayo, y tendréis una idea de los gestos y del dialecto de Castro en aquella época. Nunca hombre alguno ha obtenido un éxito de ridículo más completo. …"
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