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A Gurene, Merche y Karina, maestras todas. A Ñu, por enseñarme a reírme de mí misma. A Y o l , por las carcajadas y nuestras frases célebres. A Roland, por mimarme, y a Matías,por arrancarme de casa. A Clara (son muchos años), Marina (por el humor más limpio), Mariona (cómplice de mis paranoias emocionales), Sandra (por Madrid), Pablo (por losmedallones que ya son historia), Juancho (por tu compañía cibernética), Olivier-Hugues (por el reencuentro), Paola, Isa, José Luis, Tato, E l l a . . . y al resto de clowns, por lasrisas y el cariño. A Jordi (salvavidas informático). A Elena, por saber esperar. A Gema, Manfred, N u r i a y Rosi, por darme fuerzas. A algunos de los que trabajaron o trabajanconmigo, por mostrarme las cosas como son, consciente o inconscientemente, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, más de ocho horas al día, cinco días a lasemana... A los lectores conocidos que no he nombrado y a los desconocidos, por tener curiosidad por la ética... esperando que la curiosidad tan sólo acabe de empezar... Integrar laética en la empresa no debería ser el objeto de u n cuento de hadas, porque además de ser u n tema serio y complicado, debe partir en t o d o momento de la más cruda realidad.Paradójicamente, las posibilidades que ofrece una aldea i m a g i n a r i a habitada por los más conocidos personajes de los cuentos permiten explicar, a la vez que criticar, la gestiónde la ética en las grandes empresas. E l L o b o hará l o que sea por convencer a C e n i c i e n t a de su inocencia frente a una Reina acusada de engaño p o r los auditoreséticos. N o hay m a l que por bien no venga, y si realmente esta historia es un cuento de hadas, debería acabar b i e n . . . , ¿o no?

DECLARACIÓN D E INTENCIONES