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A sus hijos les pusieron los nombres de Klas y Klara. Fue Albert quien les dio estos nombres, que le recordaban su oficio, puesKlas rimaba con glas y el de Klara llevaba claridad a sus pensamientos.
Albert era muy pobre, aunque la casita donde vivía y el taller en que trabajaba eran suyos. Era una casita pequeñísima. Todoel lado de una pared lo llenaba un sofá y un antiguo reloj. Al otro lado de la habitación había una cómoda y una alacena y en el centro, frente a la ventana, una mesa. Albert y Sofía dormían en el sofáy los niños en los cajones de la cómoda.
La chimenea era muy ancha y ocupaba gran parte de la habitación. Allí, junto al hogar, Sofía tenía su rueca. Por encima de ésta, colgada del techo por dosganchos de hierro, pendía una cuna, donde mecieron a los niños cuando eran chiquitines. Ahora Sofía la utilizaba para guardar sus cosas.
Justo junto a la chimenea, una puerta conducía a otrahabitación, donde había una cómoda para guardar la ropa y un taburete. Eso era todo.
Tampoco el taller era mucho mayor, si bien Albert y su ayudante disponían de espacio suficiente para su trabajo, y tambiénpara Klas y Klara cuando venían a mirar. No era necesario nada más.
Las piezas de cristal que allí se hacían eran de lo más fino que jamás se había visto. Albert era un gran artista del cristal. Sinembargo, cuando se trataba de venderlo no tenía mucho éxito. En otoño y primavera iba al lugar donde se celebraba el mercado, pero apenas lograba vender nada. Así que tenían que luchar mucho para queles llegara el dinero y nunca les sobraba ni siquiera un trozo de pan.
Cuando se aproximaba el otoño, Sofía iba a las granjas vecinas para agramar el lino que habían cosechado. Llevaba a los niños...
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