Juan Coyote

MIS RUMBOS es la insensibilidad

Tras un viaje a Cantona conozco a Juan Coyote.

Viene a mi oficina y nos atiende.

Me habla y quedamos en ir a visitar a su mama.

En el camino me entero que es su madre espiritual y no biológica.

Paso por el a Texcoco a las ocho y media de la mañana. Salimos por la calpulalpan, esto es, por la carretera federal.

Desde las siete y treinta espero enla gasolinera a la entrada de Texcoco. Puntual, llega a las ocho treinta. Serio, adusto. Fuerte y con 52 años a cuestas. De facciones angulosas y rostro picado. Espalda maciza, cabeza proporcionada, porte marcial y una mirada extraña. Su cola de caballo le sienta sincera y lo dota de majestuosidad. Como en las anteriores ocasiones viene de pantalón y chamarra corta de mezclilla, camisa blanca demanta y botas vaqueras, todo relucientemente limpio. Salimos en mi camioneta por la carretera federal. Me mortifica lo dilatado que resultara el viaje por esa vía pero me compensa la esperanza de una plática interesante.

Llanos, semiáridos, transito escaso y lento. Al paso de redilas pesadas como los rayos del sol que nos apabullan dos horas mas tarde, tan amarillos y tan francos que los voydescubriendo confianzudos. Pos como no, si son mis amigos.
Comemos barbacoa magnifica. Me platica de su ida a San Luís Potosí para buscar dinero a un amigo y del accidente automovilístico que tuvieron. Después el amigo solo y por su cuenta continúo encontrando barriles repletos de carbón. Ese es el poder trasmutador de la ambición insana. Transfigura en basura las cosas. De nada nos sirven una vezque las tenemos. Me platica de los orígenes de Ma julia y como la conoció. Se refiere a ella lleno de entusiasmo, su aliento cambia al par de su mirada y su gesto cuando habla de ella, no habla, reza. Se acelera su ritmo al platicar y despierta una atmósfera en la que no distingo que hay mas, si amor, admiración o respeto. Le salen de la boca palabras doraditas y calientes. Le huelen a pan.Habla de los difuntos Pa lucio –esposo de Ma Julia- y de la mama de Pa Lucio, Doña Regina, la verdadera reina, quien por decisión propia le heredo su bastón, un cetro de mando, imaginario para mi pero visible ante ellos, a su nuera Julieta Casimiro. No se lo entrego a ninguno de sus hijos, ni aun al tío Joaquín, quien fuera excepcional chaman según comenta.

Pasamos por la tangente de Tehuacan.Me advierte que en Teotitlan comenzara la magia y así es. Desde ahí se comienza el ascenso a la sierra y a la magia. La camioneta se monta en el dorso de magnificas cimas, broncas, peligrosas, llenas de cadencia y misticismo. Cerros ingentes de inmensa ternura, y bienvenidas embozadas tras una velo de hostilidad que solo es aparente, porque su esencia, su verdadera forma de ser, esto es su ternura,queda delatada en ese azul profundo que nos cubre, y que descuidado asoma la risa de su dilatado abrazo.

Hermosísima sierra con vegetación especial. Estamos en la cumbre de montañas sembradas al margen de monstruosos despeñaderos sinuosos, tremendos, y mas sinuosos y a veces mas curvados, hasta alcanzar a cerrarse en auténticos anillos que circundan océanos de aire, que al rato serán deneblina. Me angustia manejar. Me domino. Me sudan las manos. Me aterran los barrancos. Alguna vez estoy seguro me despeñe y el recuerdo lo guarda algún rincón de mi memoria ancestral. Pasamos a puente de hierro. Tiene un guardián rojo que habrá de salir en las fotos.

Montes cubiertos de pliegues, arena y rocas, donde los milagros son tan rutinarios como las nubes que coquetean encima. Milagrosamentese afianzan no sobre humus sino anclados en piedra desnuda, blanca y gris, manojos de enramadas largas y semiflacidas. Evocan neuronas y sinapsis en cerebros minerales.

Es tarde, Llegamos. Estamos en Huautla y son las seis. Entramos a la casuchita en Cuauhtemoc 3. Lo primero que encuentro en el piso de cemento de esa habitación fresca, y obscura, es a una Ma Julia acostada en el sillón...