JUSTICIA Gerardo Laveaga
Con esta frase inicia la novela Justicia de Gerardo Laveaga, quien durante más de veinte años fue funcionario en el ámbito de la justicia penal y, en los últimos diez, tuvo el alto encargo dedirigir uno de los centros de investigación y capacitación más importantes en América en ciencias penales, el Instituto Nacional de Ciencias Penales. Con ese bagaje es evidente que el autor algo sabe del tema que trata y de cómo son los personajes de un sistema al que también quiso cambiar. Conocedor de los pasillos de la justicia mexicana y de sus personajes, aborda este camino y regresa sobre suspasos para exponer sus argumentos sobre la necesidad de un sistema más transparente.
Pero no es sólo una historia de barandilla la que encontramos en la novela; se trata de dos perspectivas, sin incidir en el proceso. El poder es una de estas visiones, desde las cuales, no sin perversidad, se puede fraguar un culpable; la otra visión es la que tal vez nos resulta más común: la indiferencia delas autoridades ante algo cotidiano como el delito. En ambas cabe la indolencia. Desde ese punto de partida, Laveaga despliega también otras críticas al sistema de justicia partiendo desde la creación de las propias leyes.
Las vidas de Emilia y Rosario se cruzan para entretejer el hilo conductor de esta novela. Cada una tiene una realidad distinta, pero su esperanza en que la justicia prosperees su lenguaje común. A su alrededor pasarán los rostros de ministros que parecen haber brotado del óleo con el que se revisten los pasillos de la Corte, policías obsecuentes y políticos que más allá de su función vislumbran su futuro, pero parecen carentes del ánimo de trascender, salvo cuando la enfermedad trastoca sus vidas.
La vida académica también pasa a revisión a los ojos del autor, quecritica la obstinación por hacer que la realidad se sujete a la teoría. Con un pragmatismo marcado con hierro ardiente, Gerardo Laveaga convoca a que el análisis tenga como punto de partida la realidad y no el libro que viene de ultramar arropado por la fama, más que por la eficacia.
La introspección de sus personajes es una característica común, pero también un pretexto para abordar capítulosque saltan del ámbito de la discusión académica, moral, religiosa y jurídica al terreno de lo íntimo, al tratar la eutanasia, ilustrada en un momento de la novela de una manera cruda, como lo es enfrentar la agonía.
Con un estilo depurado, cada página engancha con la siguiente en una secuencia que permite leer con fluidez los distintos monólogos, sin perder de vista el tema que trata.
¿Esel sistema penal el problema o la corrupción enraizada que ha permeado en sus distintas etapas? ¿Es el sistema penal el que propicia esto o una cultura en la que no se establecen los límites adecuados? Cuando se permite que un menor tome algo ajeno o cuando se le celebra un insulto, ¿no estamos participando en su formación de valores?
Justicia incide en estos temas y en la corrupción que todo loalcanza y que todo lo destruye. ¿Es el sistema de justicia penal o el poder en sí mismo el centro de su discusión? Creo que esa doble lectura puede alcanzarse con este texto, en el que además, con destreza, el autor logra retomar hechos que han indignado a la sociedad, así como casos en los que sólo ha quedado la duda en un mar de impunidades. Celebro, en particular, que haya un testimonio más...
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