La Prodigioza Tarde De Baltazar
Gabriel García Márquez
(Aracata,Colombia 1928—)
La prodigiosa tarde de Baltazar
(Los funerales de la Mamá Grande, 1962)
La jaula estaba terminada. Baltazar la colgó en el alero, por la fuerza de la costumbre, y cuando acabó de almorzar ya se decía por todos lados que era la jaula más bella del mundo. Tanta gente vino a verla, que se formó un tumulto frente a la casa, y Baltazar tuvo que descolgarla y cerrar lacarpintería.
—Tienes que afeitarte —le dijo Úrsula, su mujer—. Pareces un capuchino.
—Es malo afeitarse después del almuerzo —dijo Baltazar.
Tenía una barba de dos semanas, un cabello corto, duro y parado como las crines de un mulo, y una expresión general de muchacho Pero era una expresión falsa. En febrero había cumplido 30 años, vivía con Úrsula desde hacía cuatro, sincasarse y sin tener hijos, y la vida le había dado muchos motivos para estar alerta, pero ninguno para estar asustado. Ni siquiera sabía que para algunas personas, la jaula que acababa de hacer era la más bella del mundo. Para él, acostumbrado a hacer jaulas desde niño, aquél había sido apenas un trabajo más arduo que los otros.
—Entonces repósate un rato —dijo la mujer—. Con esa barba nopuedes presentarte en ninguna parte.
Mientras reposaba tuvo que abandonar la hamaca varías veces para mostrar la jaula a los vecinos. Úrsula no le había prestado atención hasta entonces. Estaba disgustada porque su marido había descuidado el trabajo de la carpintería para dedicarse por entero a la jaula, y durante dos semanas había dormido mal, dando tumbos y hablando disparates, y nohabía vuelto a pensar en afeitarse. Pero el disgusto se disipó ante la jaula terminada. Cuando Baltazar despertó de la siesta, ella le había planchado los pantalones y una camisa, los había puesto en un asiento junto a la hamaca, y había llevado la jaula a la mesa del comedor. La contemplaba en silencio.
—¿Cuánto vas a cobrar? —preguntó.
—No sé —contestó Baltazar—. Voy a pedirtreinta pesos para ver sí me dan veinte.
—Pide cincuenta —dijo Úrsula—. Te has trasnochado mucho en estos quince días. Además, es bien grande. Creo que es la jaula más grande que he visto en mi vida.
Baltazar empezó a afeitarse.
—¿Crees que me darán los cincuenta pesos?
—Eso no es nada para don Chepe Montíel, y la jaula los vale —dijo Úrsula—. Debías pedirsesenta.
La casa yacía en una penumbra sofocante. Era la primera semana de abril y el calor parecía menos soportable por el pito de las chicharras. Cuando acabó de vestirse, Baltazar abrió la puerta del patio para refrescar la casa, y un grupo de niños entró en el comedor.
La noticia se había extendido. El doctor Octavio Gíraldo, un médico viejo, contento de la vida pero cansado...
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