La tiranía de la penitencia

LA TIRANÍA DE LA PENITENCIA

De Pascal Bruckner

Si existe en el mundo una cultura que hace penitencia es la nuestra. Consideramos que Europa es culpable de los grandes crímenes de la humanidad –el imperialismo, el colonialismo y el nazismo– y que debe pasarse la vida pidiendo perdón. Europa padece de hipermnesia, el mal de no olvidar nada. El gran error es confundir memoria conhistoria. No se debería hablar de un deber de memoria sino de un deber de historia. Se necesita una visión menos simplista de la historia de Europa, y distinguir entre reconocer los crímenes y la penitencia. Una cosa es admitir que el Viejo continente cometió crímenes y otra muy distinta es echar la culpa a las nuevas generaciones.

En la introducción, Pascal Brukner dice una frase con la quecreo que resume bien lo que a continuación se va a exponer “En tierras judeocristianas no hay un combustible tan potente como el sentimiento de culpa y, cuantos más agnósticos, ateos y librepensadores se declaran a nuestros filósofos y sociólogos, tanto más amplían las creencias que rechazan”. El pensamiento moderno se basa en una denuncia sistemática hacia todo lo que ha hecho Occidente, en cargar alas espaldas pasado (“Nuestros crímenes nos conminan a guardar silencio”), presente y futuro de la civilización mundial, pero a la vez no ponen medios para solucionar lo cercano. La vieja Europa se culpa y calla, mientras Estados Unidos interviene en todo lo que puede.

Capítulo 1: Los buhoneros de la deshonra

“No hay una sola nación que no tenga que hacer su examen de conciencia ycuya historia no esté llena de cadáveres, de torres de observación, de tortura”. Considero, junto con el autor que podemos estudiar la historia del viejo continente y realizar un examen de conciencia, pero el objetivo ha de ser el poder superarla, no quedarnos en el estanque de la culpa. Las ideologías no se mueren, resurgen del fracaso metamorfoseándose en una nueva apariencia, en un mismo discursode la inercia decorado con otro lenguaje según cambian los tiempos.

Si bien es cierto que Europa hizo tremendas salvajadas durante la historia de la civilización, según el autor sigue pagando por estas un precio demasiado alto. Así dice, “Europa hizo el duelo por la pérdida de las colonias mucho más rápido de lo que sus ex colonizados lo hicieron por Europa”. El no condenar lo que hacenotros países cercanos o lejanos a Europa tiene graves consecuencias: por una parte nos sumerge en el discurso de la culpa que nos impide movilizar medios para resolver el presente, por otra nos hace anular el pensamiento crítico y sentirnos culpables cuando rechazamos las ideas venidas del mundo que tanto perdió tiempo atrás. “Nos golpean, luego somos culpables, mientras que nuestros agresoresson, en realidad, los desfavorecidos que protestan contra nuestra riqueza insolente, nuestro modo de vida, nuestra economía predadora” nosotros no elegimos a nuestros enemigos, son ellos quien nos señalan y nos golpean.

“Del mismo modo que hay predicadores del odio en el islamismo radical, también hay predicadores de la vergüenza en nuestras democracias, sobre todo entre las élitespensantes, y su proselitismo no es menor. A juzgar por sus palabras, estamos muy lejos de ser inocentes, porque contribuimos, por un simple juego de relaciones de fuerza, a la persistencia del hambre, del sida y de la precariedad de la atención médica”, en definitiva, de todas las cosas que no tienen culpable.

Capítulo II: Las patologías de la deuda

“Una civilización como la europea,responsable tanto e las peores atrocidades como las realizaciones más sublimes, no podría observarse sólo desde el punto de vista de la maledicencia”. Europa conoce demasiado bien sus errores, pero no sabe distinguir las cosas buenas que ha realizado. Se ha sometido a sí misma a un escrutinio permanente. Así el autor señala que no hay nada más occidental que el odio al propio Occidente. El espíritu...