la vida loca
Cuando estaba con Cat una parte de mí se disgregaba en átomos minúsculos. Me diluía yme hacía fuego líquido para fundirme con sus entrañas, transportada por oleajes de lava. Me extendía más allá de mí misma, superando límites físicos y químicos. Con Ralph, al contrario, las cosasestaban bajo control. Los dos, coordinados, sincronizados, a movimientos bruscos y precisos, avanzábamos al mismo ritmo marcial hacia una meta común, como en una competición deportiva.
Ella proponía,él se imponía. Ella me modelaba a su gusto. Ella era más profunda; él, más aventurero. Ella era detallista y esmerada; a él le sobraba la energía. Ella era pulcra, sábanas lavadas; él, sólo condonesusados. Ella avanzaba, elegante; él, embestía.
Pero su piel, la de ella, no era comparable. Bastaba con acariciarla para sentir placer. Él no contaba con aquella ventaja. Su piel era tan áspera como sucarácter.
Cuando estaba con ella la besaba con los ojos abiertos y arrastraba mis dedos por sus greñas doradas. Indagaba en sus ojos y limpios y veía una imagen líquida y verde de mi propio rostro.Caitlin de ojos de agua. Tomarla en mis brazos, besar aquel trozo de piel donde el cabello dorado se convertía en una pelusilla blanca y sedosa. El perfume dulzón mezclándose con otro aroma, el mío;su mano que descansa en mi vientre, y las puntas de sus dedos que descienden tamborileando hacia la cumbre de mis muslos; abrir las piernas y adelantar las caderas para facilitar el avance de susdedos; rodar y revolcarnos enredadas en una masa de brazos y piernas; una pulsación bien definida que estremece mi interior a un ritmo salvaje; la habitación que a mi alrededor se fragmenta en trocitos...
Regístrate para leer el documento completo.