Las cartas filosoficas de voltaire
Primera carta: Sobre los cuáqueros
[Carta. Texto completo]
Voltaire
Pensé que la doctrina y la historia de un pueblo tan extraordinario merecían despertar la curiosidad de un hombre razonable. Para instruirme me fui a ver a uno de los cuáqueros más célebres de Inglaterra, el cual, tras estar dedicado treinta años al comercio, había sabido poner un límite a su fortuna y asus deseos, retirándose al campo en las cercanías de Londres.
Lo encontré en su retiro; una casa pequeña pero bien construida, limpia y sin adornos inútiles. El cuáquero era un hermoso anciano, que nunca había estado enfermo, porque no sabía lo que eran las pasiones ni la intemperancia; jamás he conocido a nadie con aspecto más noble y simpático que el suyo. Al igual que sus demás compañeros dereligión, utilizaba un traje sin pliegues a los costados, ni botones en los bolsillos o en las mangas, y llevaba sobre su cabeza un sombrero grande con las alas vueltas hacia arriba, semejante a los usados por nuestros eclesiásticos.
Me recibió sin quitarse el sombrero, adelantándose hacia mí sin hacer ni la más leve inclinación hacia el suelo; sin embargo, la expresión abierta y humana de susemblante denotaba más cortesía que la costumbre de echar un pie hacia atrás y coger con la mano lo que está hecho para cubrir la cabeza.
-Amigo -me dijo-, observo que eres extranjero. Si puedo serte útil no tienes más que hablar.
-Señor -le respondí haciendo una reverencia y echando un pie hacia atrás, según nuestra costumbre-, espero que mi justificada curiosidad no os causará molestia yquerréis hacerme el honor de instruirme en vuestra religión.
-Las gentes de tu país -me contestó- hacen demasiadas reverencias y cumplidos, pero nunca encontré a ningún compatriota tuyo que se interesara en lo mismo que tú. Entra y comencemos por comer juntos.
Le hice algunos cumplidos, pues no es fácil olvidar de pronto nuestros hábitos y, tras una comida sana y frugal que empezó y terminócon una oración a Dios, me puse a interrogar a mi hombre.
-Mi querido señor -le dije--, ¿estáis bautizado?
-No -me contestó el cuáquero-, y mis compañeros de religión tampoco lo están.
-¿Cómo? Voto al cielo -repliqué yo-. ¿Entonces no sois cristianos?
-Hijo mío -repuso en tono suave-, no jures. Nosotros somos cristianos y nos esforzamos en ser buenos cristianos, pero no creemos que elcristianismo consista en echar un poco de agua con sal sobre la cabeza.
-Eh. Diablos -dije, ofendido por semejantes impiedades--. ¿Es que acaso habéis olvidado que Jesucristo fue bautizado por Juan?
-Amigo, deja de jurar de una vez -dijo el piadoso cuáquero-. Efectivamente, Juan bautizó a Cristo, pero éste no bautizó a nadie. Nosotros somos discípulos de Cristo, no de Juan.
- ¡Ay!-exclamé-, si hubiera Inquisición en este país, qué pronto os quemarían, pobre hombre. Ruego a Dios que pueda yo bautizaros y convertiros en un verdadero cristiano.
-Si ello fuera preciso para condescender con tus debilidades, lo haríamos con gusto -agregó en tono grave-. No condenamos a nadie porque practique la ceremonia del bautismo, pero pensamos que los que profesan una religión verdaderamente sanay espiritual deben abstenerse, en lo que les sea posible, de realizar prácticas judaicas.
-Es lo que me faltaba por escuchar. ¿Qué ceremonias judaicas? -exclamé.
-Sí, hijo mío -continuó diciendo-, y tan judaicas que muchos judíos todavía hoy en día practican en ocasiones el bautismo de Juan. Consulta la historia antigua y verás que en ella se dice que Juan no hizo más que renovar unacostumbre que mucho tiempo antes de que él naciera era practicada por los judíos, de la misma forma que la peregrinación a La Meca lo era por los ismaelitas. Pero circuncisión y ablución son abolidas por el bautismo de Cristo, ese bautismo espiritual, esa ablución del alma que salva a los hombres. Ya lo decía Juan, el precursor: «Yo os bautizo en verdad con agua, pero otro vendrá después de mí, más...
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