Las dificultades que debes superar
La madrugada estaba fresca, y el canto de los pájaros despertó a la joven. A pesar del desvelo, oír tan agradable música le provocó tranquilidad y le transmitió una sensación de alegría. Un buen presentimiento palpitaba en su pecho, aunque todavía estaba dolida por lo que su padre le había hecho aquella noche. Cualquiera creería que laconstante rutina termina por crear indiferencia ante las situaciones repetitivas; pero para Esther eran cada vez más hiriente y generaban en ella inseguridades y baja autoestima.
Con temor, abrió la puerta de su cuarto y, al ver que su papá ya se había ido a su trabajo de ventas de farmacéuticos, se fue hacia el baño para cambiarse de ropa e ir a la Escuela Modular de Santa Tecla, donde estudiaba.En realidad, no le animaba en lo absoluto volver a ver, terminadas las vacaciones de fin de periodo escolar, a sus antiguos compañeros. No tenía amigos ni amigas para pasar los recesos. Nadie se acerca hacia ella para tener alguna conversación. Todos la creen extraña por su forma de comportarse: su caminar varonil, el siempre rostro sin maquillar, su manera de atarse el largo del cabellocompletamente, como si deseara aparentar una cabellera de hombre. Esther era un fenómeno incluso para sus profesores. En los trabajos grupales, ella era la última en ser elegida, y no siempre la dejaban participar. Esa mañana llegó quince minutos antes a su salón de clases, entraron un par de estudiantes sin saludarla, y se colocó unas gafas para leer un libro de literatura.
Llegó el receso después dela típica “bienvenida” y presentación de cada uno; como la mayoría eran los mismos estudiantes del periodo pasado, nadie puso atención a la baja voz de Eva Esther Meléndez. Caminaba en el largo pasillo hasta el baño. Su mirada estaba dirigida al suelo y, cuando elevó la cabeza para ver hacia el frente, notó que una joven la miraba con una expresión que transmitía simpatía y confianza. Ambas sedirigieron una sonrisa sin dirigir palabra.
Aquel intercambio de gesto la dejó pensando durante su camino de regreso a casa. Mientras, sacó de su bolso un par de audífonos para escuchar música. Un dedo tocó su espalda para llamar su atención y volteó la cabeza. Era la misma estudiante que le sonrió en la mañana. El diálogo inicial fue difícil para ambas. Esther miró con ternura aquellos ojos decolor marrón. La joven, que acababa de presentársele como Rocío Madrid, era hermosa. La piel apiñonada le quedaba bien con las escasas pecas en sus mejillas; los labios carnosos, y con comisura armónica, daban la idea de estar frente a un par de gajos de mandarina. Intercambiaron conversaciones durante el trayecto, por coincidencia Rocío también podía tomar la misma ruta que Esther. Cada una sedespidió frente a un parque que estaba cerca de sus respectivas casas y, como cortesía, se dieron un pequeño beso en la mejilla.
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Cuando Esther entró, Ricardo, su padre, ya estaba en la sala, con una Biblia en sus rodillas. Ella saludó con voz temerosa y él la vio con una mirada de desprecio.
—Primer día de clases ¿y todavía no piensas arreglarte como una señorita? —Esther guardó silencio...
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