Licenciada En Psicología

La Señora De La Rosa Y Las Lágrimas.
Apenas alcanzó a subir antes de que se escuchara el sonido que anuncia que las puertas van a cerrarse. Se sentó junto a la ventanilla dando un largo suspiro.Vestía un saco blanco, un pantalón azul con figuras caprichosas y calzaba tenis, era una mujer entrada en años cuya vida parecía haber sido sencilla y apacible, coronaba su cabeza un sombrero de paja untanto antiguo acorde con las arrugas de su rostro que, de pronto, se hicieron más profundas al mirar de nuevo aquella rosa que traía entre las manos, tan fascinante y tan roja que resultaba casiimposible no mirarla.

Aún no podía creerlo, se negaba a aceptar que tuviera que irse. Haberlo encontrado después de tantos años, matrimonios, hijos, nietos, triunfos y fracasos para que ahora, que porfin habían podido entregarse al sentimiento adolescente que los había embargado más de medio siglo atrás, tuviese que marcharse y además tan lejos, Buenos Aires, una lágrima rodó voluntariosa por sumejilla y ella trató de desvanecerla con el dorso de su mano, estilizada y con grandes anillos.

Ocultó, momentáneamente, su tristeza tras un folleto de conciertos y música de jazz, había hecho tantosplanes y ahora sólo podía recordar su voz, aquella que no había cambiado con los años, aquella que se mantenía vigorosa y varonil, diciéndole:

—No te preocupes, es tan sólo por unos meses, deboarreglar la situación de los negocios, no quiero dejarles problemas a mis hijos.
—Pero, es que... —intentó decir antes de empezar a sollozar silentemente.
—No llores mujer, nos quedan muchos años pordelante —decía él tomando su mano y besándola como lo hacía antaño tras la reja de su casa en aquellas visitas furtivas que tanto anhelaban.
— ¿Cuándo te vas? —preguntó conteniendo la respiración.—Mañana por la noche, quiero invitarte a comer para festejar nuestro bendito reencuentro —propuso sonriendo tras su bigote de siempre, ahora salpicado de nieve por la edad.
—No puedo esperar a...