Los cristales soñadores- sturgeon

Páginas: 185 (46034 palabras) Publicado: 29 de abril de 2011
THEODORE STURGEON

Los cristales soñadores
Minotauro

Título original: The Dreaming Jewels Traducción de José Valdivieso Primera edición: septiembre de 1989 © Theodore Sturgeon, 1950 © Ediciones Minotauro, 1989 Avda. Diagonal, 519-521. 08029 Barcelona Tel.: 239 51 05* ISBN: 84-450-7082-7 Depósito legal: B. 25. 923-1989 Impreso por Romanyá / Valls Verdaguer, 1. Capellades (Barcelona) Impresoen España Printed in Spain Digitalizado por GJC. Mayo de 2004 con Abby Fine Reader 7.0

1.
SORPRENDIERON al niño debajo de las graderías del estadio, frente a la escuela, y lo mandaron de vuelta a su casa. El niño tenía ocho años entonces. Había estado haciéndolo durante años. En cierto modo era una pena. Era un buen chico, y hasta de cara agradable, aunque no sobresaliente. Había niños, ymaestros, que simpatizaban un poco con él, y otros que no se le acercaban; pero todos lo condenaron sin excepción. Se llamaba Horty -es decir, Horton- Bluett. Naturalmente, en su casa no lo recibieron muy bien. Abrió la puerta con mucho cuidado, pero lo oyeron y lo arrastraron al medio de la sala. Allí se quedó cabizbajo, encendido, con una media caída, y los brazos cargados de libros y un guante debéisbol. Era un buen jugador, para sus ocho años. -Me han... -empezó a decir. -Ya lo sabemos -dijo Armand Bluett. Armand era un hombre huesudo, de bigotito, y ojos fríos y húmedos. Se llevó las manos a la cabeza y luego alzó los brazos-. Dios mío, muchacho, ¿cómo has caído en una cosa parecida? Armand Bluett no era un hombre religioso, pero cuando se llevaba las manos a la cabeza, lo que ocurríaa menudo, hablaba siempre así. Horty no respondió. La señora Bluett, de nombre Tonta, suspiró y pidió un cóctel. No fumaba, y cuando le faltaban las palabras necesitaba reemplazar esas pausas meditativas del fumador que enciende el cigarrillo. Tan pocas veces le faltaban las palabras, que un quinto de botella le bastaba para un mes y medio. Tonta y Armand no eran los padres de Horty. Los padres deHorty habitaban el primer piso, pero los Bluett no lo sabían. Se le había permitido a Horty que llamara a Armand y a Tonta por sus nombres. -¿Puedo saber -dijo Armand fríamente- desde cuándo te dedicas a esas prácticas nauseabundas? ¿O era sólo un experimento? Horty sabía que no se libraría fácilmente. Armand arrugaba la cara, como cuando probaba vino y lo encontraba inesperadamente bueno. -No lohice muchas veces -dijo Horty, y esperó. -Que el Señor nos perdone la generosidad de haber recogido un cerdito -dijo Armand llevándose otra vez las manos a la cabeza. Horty suspiró. Sabía ya adonde irían. Armand decía siempre la misma oración cuando se enojaba. Fue a preparar un cóctel para Tonta. -¿Por qué hiciste eso, Horty? La voz de Tonta parecía más dulce, pero sólo porque sus cuerdasvocales eran diferentes. Su rostro expresaba el mismo implacable frío. -Bueno... porque me gustaba, creo. Horty dejó los libros y el guante sobre un taburete. Tonta volvió la cabeza y emitió un sonido ronco, parecido a una arcada. Armand se acercó con un vaso donde tintineaba un trozo de hielo. -Nunca oí nada parecido -dijo despreciativamente-. Supongo que se enteró toda la escuela. -Creo que sí. -Losniños, y los maestros también, sin duda. Por supuesto. ¿Nadie te dijo nada? -Sólo el doctor Pell. -Pell era el director-. Me dijo... dijo que podían... -¡Habla! Horty ya había pasado por todo esto. ¿Por qué debía soportarlo otra vez? -Dijo que la escuela no necesitaba puercos salvajes. -Lo comprendo muy bien -dijo Tonta afectadamente.

-¿Y los otros niños? ¿Dijeron algo? -Hecky me ofreció unosgusanos. Y Jimmy me llamó Lengua Pegajosa. Y Kay Hallowell se había reído, pero no lo diría. -Lengua Pegajosa. No está mal para un chico. Un oso hormiguero. -Armand se golpeó otra vez la frente-. ¡Dios mío! ¿Qué haré si el lunes por la mañana el señor Anderson me saluda «Hola, Lengua Pegajosa»? La historia va a correr por toda la ciudad, como que dos y dos son cuatro. -Miró a Horty con ojos...
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