Los Mazahuas

LAS TRES ENAGUAS MAZAHUAS
Al primer rayo de sol, corren a lavarse el pelo en la pileta. El agua helada cae sobre la cabeza de Carmen, moja su cuello, sus hombros, su espalda. El frío machetea el rostro redondo de Conchita que espera su turno para meter su larga cabellera bajo la llave de agua. La helada.de los últimos días impidió que salieran antes a bañarse pero ahora, al primer asomo de buentiempo, se precipitan a la pileta aunque el sol no caliente nada. Ana, vestida de verde limón, retuerce su espesa mata. Su pelo chirría de tan limpio y ella sonríe y sigue dándole vuelta sobre sí mismo, convirtiéndolo en reata. A los niños alrede¬dor de la pileta les gusta andarse pegando.
Frente a su casa, los abuelos miran sentados bajo el corredor a las muchachas lavar¬se el pelo a mediopatio. Por el frío, don Inocencio lleva puesto el gabán que él mismo se tejió. Amaneció el día bonito, el cielo grande es de cristal, un cristal frío, cortante. Sobre los picos de las montañas relumbra la nieve. La tierra también se entumeció empapada de frío en los últimos días y ahora el aire lavado por tanta agua reverbera de tan limpio. Allá al fondo se ven las puntas aceradas de los magueyes sobrelas cuales se ha tendido la ropa; las tejas brillan de satisfacción al solecito. El olor de la tierra mojada es el olor más bello del mundo. Su perfume fresco es el de las mejillas lozanas de Lupita, Carmen, Conchita, sus pies desnudos entibiándose con este primer sol matutino, sus pies bajo los holanes de sus enaguas, porque para espantar el frío las mazahuas se ponen varias enaguas unas encimade otras. Más tarde, cuando tengan hijos, también al recién nacido le pondrán una gorrita bordada, de muchos holanes blancos para espantar los chiflonazos y los malos espíritus.
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—¿No gusta usted?
Ofrecen refrescos, tortillas con sal. Los niños se arrejuntan. Al rato a ellos les tocará bañarse. Todo el pueblo, pasado el mal tiempo, ha salido a lavarse al río con todo y trapitos.
—¿Cómoestá el agua?
—Buena de fría.
—¿No les importa este río formado de cristales cintilantes y helados?
—No. Sólo Berta no puede bañarse porque cada mes la tumba el burro fuerte y le viene muy recio la sangre, tan recio que hasta pinta el agua de rojo.
—Si se baña —interviene Marta—, se le corta.
Las jóvenes mazahuas son sanas, fuertes, muy pronto las mejillas se les ponen colo¬radas. Son manzanasde tierra fría.
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Los niños siempre están entre las piernas de los abuelos porque, como explica doña Eduviges, "cuando yo salgo por ahí, traigo un dulcecito o un platanito que veo que está barato y cuando ^ vengo les doy uno a cada uno y se quedan conformes. Les digo: Ahora sí encontró un dululce la gata. Pero cuando no encuentra nada la gata, no les da nada". Don Inocencio y doñaia Eduvigesde sesenta y dos años nacieron en San Felipe Santiago. Juntos desde niños, cuidídaban vaquitas hasta que decidieron cuidarse el uno al otro, aunque a doña Eduviges le ha co:ostado más trabajo cuidarlo a él. porque los hombres así son, trabajosos, les gusta el puro o chupe, y el chupe se les va a la cabeza y ya no salen a atender el maicito ni a cortar zacatórón ni a nada. A don Inocencio le faltaun brazo por culpa del maldito vicio que no lo dejabaoa. Pulque, cerveza, alcohol de caña que es el más emborrachador.
"Hace comaio unos veintiocho años, aquí en el patio cargué la escopeta pero era cuando me emborrachabcba y le eché demasiado de esa pólvora blanca y que se vuela el cañón y la mano se me fu fue con los cachos del cañón. Era día domingo. Eduviges se había ido a Villa Victoria yci cuando vino ya estaba hecho el fracaso y me llevaron al centro de salud a Zitácuaro. A mini brazo se le descolgó todo esto, los dedos se desaparecieron y el puro cuerito de encimaría quedó detenido, lo demás se deshizo. Hasta me quedé como muertito. Ya al otro día meie tumbaron la mano y ya me la engraparon donde se llevó el corte y ya después se me hiziizo todo esto bien grandote. Me dijeron...